Opinión

Editorial: El virus de la crisis sigue vivo

Empezábamos a creer en la recuperación. O en su cercanía. No por voluntarismo, sino porque ciertas cifras lo justificaban. Una menos desfavorable o mejor evolución del PIB en las principales economías del mundo, cierto atemperamiento en los mercados, mejora en los resultados empresariales...

La economía mundial respondía a la maquinaria del dopaje fiscal y monetario y todo apuntaba a que al enfermo se le podía retirar la medicina para que corriera solo. Pero los doctores y los mercados se han topado con la realidad. Que mermaran los síntomas no quiere decir que el paciente estuviera libre del virus de una crisis económica y financiera que, tres años después, no ha remitido.

Ante los tambores de recaída en Estados Unidos, la Fed anunció el martes que compraría deuda, aun a riesgo de que su decisión revelara temor. Ayer, los datos procedentes de China apuntaron a una coyuntura peor de la prevista. El gigante asiático se enfría. Mientras, la desconfianza se hace fuerte apreciando el yen y empeorando el horizonte japonés.

Todo ello, aderezado con la rebaja, ayer, de las previsiones de crecimiento de Reino Unido por el Banco de Inglaterra, sirve en bandeja una cuadriga parada: cuatro de las grandes economías del mundo no tiran sin estímulos. La enfermedad sigue latente. Los parqués reaccionaron. Los índices caían: el Ibex se dejó un 3,21 por ciento. Incertidumbre. Desconcierto.

Esta crisis, de profundas raíces financieras, es más virulenta y persistente de lo previsto. De dimensiones desconocidas y duración indeterminada. Hoy, lo cierto es que hay frenazo, que hay que actuar y que EEUU empezó el martes a hacerlo.

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