Opinión

Editorial: El difícil equilibrio de la Fed

Hoy es el día. La Reserva Federal estadounidense se reúne y anunciará cómo enfrenta esta nueva etapa de la crisis económica, marcada por los tambores de recaída al otro lado del Atlántico y la amenaza ulterior de deflación. Con estas sombras planeando sobre Estados Unidos -tras el empeoramiento del PIB y el varapalo del último dato de empleo-, Ben Bernanke debe medir muy bien su estrategia. Todo apunta a que puede anunciar más compras de deuda pública, para inyectar dinero al sistema, pero la clave es cuánta y cómo.

Y si los mecanismos a través de los que se arbitre acaban traslandando la inyección a la economía real. De ello dependerá que la solución sea un mero alivio temporal o que, por el contrario, se ahuyenten los riesgos del declive que despunta en cuanto se retiran los estímulos fiscales. Y la Fed ha de definir sus planes con sumo equilibrio porque su decisión puede tener el contraproducente efecto de acrecentar los temores. No en vano, el mercado y los agentes pueden interpretar que cuando el río suena, agua lleva y que si se adopta alguna medida adicional de calado es porque el horizonte pinta más nuboso de lo deseable y más inquietante de lo previsto.

Si se dispara con más munición monetaria se reconoce tácitamente que la economía no tira sola. Ése es el mensaje que debe atemperar Bernanke cuando anuncie los nuevos derroteros de la política monetaria, si no quiere que se le vuelva en contra la decisión adoptada.

Así que su objetivo número uno debe ser marcar la línea a seguir con el máximo equilibrio entre las fuerzas anticrisis y los escudos antipánico.

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