En los 18 años que he estado viajando a Mallorca cada verano para seguir las regatas en las que entonces participaban todos los miembros de la Familia Real, jamás ninguno de ellos visitó la sala de prensa en la que los corresponsales deportivos y los que nos dedicábamos a la información institucional trabajábamos habitualmente.
Así que, cuál no fue mi sorpresa la semana pasada cuando vi en el telediario a la Princesa Letizia acercarse al recinto reservado a los medios en el Club Náutico para saludar a los periodistas y fotógrafos que cada día siguen el desarrollo de las pruebas náuticas en las que compiten los mejores veleros del mundo.
No digo yo que no fuera posible hablar con los Reyes, el Príncipe y las Infantas en las regatas, ya que ellos se acercaban siempre a saludar amablemente a algunos periodistas de los llamados habituales en el seguimiento de la Familia Real, y también a algunos deportivos. Pero ir especialmente al Club Náutico, como ha hecho la Princesa, a saludar a gráficos y redactores, interesarse por los avatares de su trabajo y preguntarles cómo compatibilizan su tiempo de vacaciones con reservar unos días de veraneo con sus familias, es todo un detalle que hay que tener en cuenta.
Porque la Princesa Letizia, quien, por cierto, expresó sus dudas sobre si su estancia y la de su familia en la Isla eran de verdad vacaciones, lo que ha demostrado con su visita a la sala de prensa de la regata es una gran sensibilidad. Ha sido todo un gesto de respeto y consideración hacia unas personas que hacen un trabajo imprescindible socialmente, al que ella dedicó con pasión y entusiasmo una parte de su vida.
Así que ¡chapó por doña Letizia! Hacer lo conveniente en el momento oportuno es algo digno de elogio. Un gesto que la honra. Que da la talla humana de la Princesa.
Carmen Enríquez, periodista especializada en información de la Casa Real.