Según un informe de la Agencia Tributaria, las arcas de la Generalitat en 2000 y 2001 se habrían nutrido de las comisiones que Félix Millet, a través del Palau de la Música, obtuvo de Ferrovial a cambio de concesiones. La constructora que preside Rafael del Pino se desliga alegando que sus aportaciones fueron patrocinios para actividades musicales. No es admisible un escándalo de esta dimensión en una empresa del Ibex.
Del Pino debe hacer acopio de transparencia y responder como legalmente proceda ante la Justicia. Pero, además, debe cuestionarse si aún puede permanecer al frente de la compañía. En cualquier otra empresa con un carácter menos familiar, verse salpicado por un presunto pago de comisiones ilícitas supondría su salida inmediata. Su gestión daña la imagen de Ferrovial.