Opinión

Lorenzo B. de Quirós: Y ahora... ¿qué?

El pasado 23 de julio, el Comité Europeo de Supervisión Bancaria anunció los resultados del test de estrés de 91 bancos que cubren alrededor del 50% de cada mercado doméstico y el 65% del conjunto del sistema bancario de la UE.

Como era previsible, y en concordancia con lo esperado por los analistas, sólo 10 entidades han suspendido la prueba de esfuerzo: cinco cajas o grupos de cajas españolas, el Hypo Real State alemán y el ATE griego. De acuerdo con las hipótesis manejadas por el CEBS, las necesidades de recapitalización suponen alrededor de 3.500 millones de euros, lo que parece un volumen de recursos muy modesto y reflejaría la salud del sistema financiero del Viejo Continente.

El test de estrés, como era esperado, no ha incorporado en su modelo el riesgo de default de las deudas soberanas y, en la práctica, ofrece unos resultados excesivamente optimistas que será muy difícil que satisfagan a los mercados y eliminen las dudas sobre la estabilidad de las entidades crediticias del Viejo Continente. En consecuencia, la cuestión es y ahora... ¿qué?, y exige un análisis prudente y cuidadoso de la situación y de su potencial evolución.

Resultados según los ratios de capital

De entrada, y de acuerdo con los datos del RGE Monitor, la consultora de Nouriel Roubini, el stress test ha forzado de modo artificial los números. Así, por ejemplo, si el umbral del examen hubiese colocado los ratios de capital Tier 1 en el 7% en lugar de en el 6,6%, 12 entidades crediticias hubiesen suspendido: seis españolas, dos alemanas, una griega, una italiana, una irlandesa y una de Eslovenia. Esto muestra el hilo fino, el fórceps con el que se han tejido -o mejor, encajado- las pruebas de esfuerzo para evitar que un número sustancial de instituciones entrasen en la UVI.

Por supuesto que el 7% es una alternativa tan arbitraria como el 6,6%, pero el redondeo de esta última es una expresión clara de hasta qué punto está tensionada de verdad la posición de la banca continental y la enorme fragilidad en la que se encuentra ante cualquier factor interno o externo que la castigue.

¿Recuperación en W?

El test de estrés parece alejar, de momento, la posibilidad de un Armageddon de la banca europea. Sin embargo, es dudoso que haya servido para eliminar la incertidumbre sobre la posición real del sistema bancario continental. En concreto, se minusvaloran las dificultades de financiar el endeudamiento público y privado en un entorno de bajo crecimiento en el que, además, existen serias probabilidades de que se produzca un escenario en W, esto es, un ligero repunte de la actividad seguido por una nueva recaída, bien con PIB estancados, bien con reproducción de escenarios recesivos en algunos estados de la UE.

Esta tesis se sustenta en la creciente debilidad de la economía europea de acuerdo con los principales indicadores disponibles. Al mismo tiempo, los mercados mayoristas siguen cerrados, como muestra la continua tendencia alcista de los tipos del euribor. Este panorama crea serios riesgos para los países con una dependencia enorme de la financiación exterior para cubrir las necesidades de recursos de los bancos, de las cajas, de las familias y de las empresas. Desde esta óptica, el período vacacional es un momento de calma antes de la tormenta.

Grecia en el punto de mira

Uno de los temas que pueden abrir de nuevo la espita de fuertes tensiones en los mercados financieros y bancarios de la UE es la situación de Grecia. Este país no se enfrenta a una situación de falta de liquidez, sino de insolvencia, e incluso si cumple el programa de ajuste del FMI, el ratio deuda/PIB escalará al 150% del PIB entre finales de este año y 2011, lo que conduce a una insostenible dinámica de deuda.

Desde esta perspectiva, los griegos se enfrentarán en el corto plazo a una casi obligada reestructuración de la deuda que, si no se realizada de un modo ordenado, producirá de nuevo un contagio al resto de los países, los PIIGS, con problemas similares. Éste es un factor que se olvida con demasiada frecuencia cuando se considera, contra toda evidencia, que los problemas financieros de Grecia están ya resueltos y el fantasma de la bancarrota ha desaparecido.

Sin resolver el problema principal

Por último, el test de estrés no incorpora en su modelo un problema esencial. En estos momentos, el principal escollo al que se enfrentan las entidades financieras europeas, sobre todo las españolas, no es la falta de capital, que también, sino las fuertes restricciones de liquidez que existen en los mercados mayoristas y, en concreto, en el interbancario.

Desde esta óptica, aunque los test de estrés reflejasen en una foto estática la solvencia momentánea de la mayoría de los bancos europeos, el riesgo de que esa situación se volatilice es muy alto si persiste la restricción de liquidez. Eso adquiere una virtualidad enorme en un entorno en el que el calendario de refinanciación y financiación de las instituciones crediticias tiene un horizonte temporal muy corto.

En suma, los mercados no se van a creer los resultados de la prueba de esfuerzo realizada por los bancos centrales de los distintos países. En concreto, la ausencia de credibilidad y de confianza se va a concentrar en los países con mayores necesidades de liquidez en los próximos meses y con previsiones macroeconómicas nada positivas. En este contexto, la posibilidad de que se acentúe la aversión al riesgo respecto a las economías con posiciones financieras y económicas frágiles tiene muchas probabilidades de materializarse. Esto anuncia un otoño-invierno muy caliente. Aprovechen el verano y el respiro que los mercados nos van a conceder.....

Lorenzo B. de Quirós, miembro del Consejo Editorial de elEconomista.

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