Un 30 por ciento de los más de 8.100 ayuntamientos españoles estará en quiebra a finales de 2010. Los números de los municipios resquebrajan el ya sombrío panorama de las cuentas públicas. Los consistorios persisten en una cultura acíclica y acrítica de gastos, sin considerar su pertinencia. No puede permitirse un polideportivo cada pueblo de España, o múltiples cursos gratuitos y programas municipales sin contrapartida.
A menos que se introduzca el copago, no se puede sostener la actual política de gasto de unas corporaciones carentes hoy de sus principales ingresos: los procedentes del suelo. Hay que abordar un nuevo sistema, sin descartar la unión de varios ayuntamientos, al estilo galo, para optimizar costes, racionalizar y aprovechar economías de escala.