Zapatero compareció en el Parlamento Europeo y sufrió una de esas humillaciones que dejan de manifiesto hasta qué punto ha aniquilado la imagen de España en el exterior. El hecho de que sólo lo defendiera Barroso, uno de los que aparecían en la foto de las Azores, debió resultarle doloroso.
Pero lo que más provocó su ira fue la referencia que una eurodiputada británica hizo a España como una nación que recordaba al Zimbabwe del dictador Mugabe.
Y tras el rejonazo, la británica remató preguntando retóricamente si se podía ayudar económicamente a una nación que se comportaba de esa manera. ZP salió en tromba y farfulló que aquella afirmación no podía aceptarla, y que España era un Estado de derecho y que seguro que la culpa la tenía algún especulador salvaje.
Ya el año pasado, España fue amenazada por Bruselas con la suspensión de las ayudas que recibía de la UE porque estaba vulnerando derechos como el de propiedad en la persona de algunos ciudadanos comunitarios, sin que el Gobierno central impidiera las exacciones de las CCAA. ZP no movió un dedo.
Por mucho que le escueza y que se le llene la boca hablando de Estado de derecho, la verdad es que esta nación resulta cada vez más insegura jurídicamente.
Aquí, un ministerio puede sancionar económicamente a un medio de comunicación crítico sin sentencia judicial previa.
Aquí, la policía puede detener a las ocho de la mañana en medio de una alharaca mediática y sin orden judicial.
El Gobierno autonómico puede quitarte una propiedad, o impedirte estudiar en español o convertirse en una carga financiera insoportable sin que nadie lo impida.
La vicepresidenta del Ejecutivo puede reprender en público a una magistrada que acabará dictando una sentencia que le es políticamente favorable.
A todo eso, se denomina en cualquier lugar inseguridad jurídica, una circunstancia que explica la huida de inversores que sufrimos. No es algo normal en Europa. Sí en Zimbabwe.
César Vidal, historiador y director del programa La Noche de Es.Radio.