Cuentan que el rey de Haití Henri Christophe estaba construyéndose un palacio en la montaña y quería subir un cañón enorme hasta la cima. Treinta esclavos no consiguieron remontarlo; así que el monarca mató a diez. Los restantes volvieron a intentarlo sin éxito; así que Christophe eliminó a otros cinco, y los supervivientes lograron trasladar la pieza hasta la cúspide.
La reforma laboral puede presentar sorpresas positivas como que se rebaje el despido exprés hasta los 25 días de indemnización. Pero tiene un serio problema. Sigue dejando la última palabra en las manos de abogados y jueces, por lo que no hay seguridad absoluta de cómo se va a interpretar.
Todo lo que permita a los juristas enredar resulta nocivo para dotar de flexibilidad a las empresas y producir con quince. Habría que retirar la tutela judicial de las decisiones empresariales. Ésta se aplicaría sólo cuando se encubre una discriminación, tal y como ocurre en EEUU.
Esta reforma no nos capacita para organizarnos frente a nuestro Christophe de la era globalizada: se llama China, y en pocos años nos forzará a cambiar nuestro sistema de trabajo por completo.