A falta de la votación final que tendrá lugar esta misma semana, Estados Unidos ya tiene reforma financiera. En Europa tardaremos un poco más y aún no se sabe si será consensuada o cada estado implementará su Estatuto.
La citada modificación de las reglas de juego actuales ha sido bastante más ligera de lo que algunos, sobre todo los bancos, esperaban. Y por ello respiran aliviados. Brevemente repasamos los puntos más importantes de la misma.
A juicio del propio presidente Obama, los principales problemas que habían dado lugar a la crisis financiera eran, por un lado, la falta de alineamiento entre los intereses de las entidades financieras y los de los clientes de las mismas; en definitiva, que el asesoramiento no es normalmente independiente y no siempre se buscaba el beneficio de los usuarios. Por otro lado, meter en cintura los grandes demonios de esta crisis: los productos financieros derivados.
Las mejoras
Respecto al primer punto, se plantea, por un lado, mejorar la protección del consumidor financiero, algo que en Europa ya se estaba realizando, al menos sobre el papel, gracias a la Mifid (sí, ya sabemos que la mayoría de las entidades no cumple esta directiva en lo que se refiere al asesoramiento al cliente).
Adicionalmente, se prohíbe expresamente a las entidades financieras entrar en operaciones de alto riesgo que puedan causar pérdidas significativas (limitando las operaciones de capital riesgo o en hedge funds al 3% del capital de la entidad). Habría que ver cómo se va a controlar la falta de coincidencia entre los intereses del banco (por ejemplo, vender participaciones de un fondo más o menos arriesgado) y de su cliente (que el patrón de riesgo de ese fondo se adapte perfectamente a su perfil).
En este sentido, habría que aumentar la exigencia a la entidad financiera para que asesorara perfectamente al cliente, buscando su satisfacción con el producto adquirido y no el cumplimiento de objetivos comerciales (de colocación) del banco.
En lo que se refiere a los mercados de derivados no organizados (más conocidos por las siglas OTC, over the counter), éstos serán regulados. Aún no se sabe el alcance de esta regulación, pero si pasa por el registro de las operaciones y la estandarización de los contratos, perderán gran parte de su atractivo en las operaciones de cobertura de riesgos: su adaptabilidad y flexibilidad. Además, los bancos que empleen este tipo de instrumentos deberán separar en entidad aparte de nueva creación, no bancaria, toda su operativa.
Hay otros aspectos de la reforma, como la integración de los organismos supervisores en uno sólo, que será la Reserva Federal (volvemos al debate del supervisor único, que en Europa tendrá incluso más calado si se pretende uno supranacional); o un aumento del poder de supervisión para el Gobierno; aumentar los requerimientos de capital para este tipo de entidades o la reiterada preocupación sobre los sueldos de los directivos.
En definitiva, se trata de una reforma a medio hacer, pues el proceso sólo empezará a materializarse a partir de 2012 y exige el desarrollo de todos estos puntos y otros no comentados en un buen número de leyes y normas adicionales.
Ignacio López Domínguez, director del Centro de Investigación Financiera (Universidad de Nebrija).