Era ya hora de que las víctimas del terrorismo recibieran el homenaje de todo el pueblo español, representado democráticamente en el Congreso de los Diputados, lugar donde reside la soberanía popular. Menos mal que en un tema tan delicado, como es el terrorismo, parece que por fin los políticos se han puesto de acuerdo en mantener una postura común de rechazo.
Ha sido un acierto del presidente del Congreso, José Bono, el dedicar un día del año, el 27 de junio a partir de ahora, a mantener la memoria de las víctimas y no permitir que su muerte caiga en el olvido. Y también ha sido un acierto el que al frente de ese obligado tributo a todos los que han perdido la vida a lo largo de los últimos 50 años, estuviera el Jefe del Estado español, el Rey Juan Carlos.
La presencia de los Reyes era obligada en el acto del Congreso, porque lo que se ha puesto de manifiesto en esa ceremonia es el deseo de reparación a las familias de ese millar de víctimas del terrorismo por parte de todos. También por parte de la Familia Real, presente en tantos entierros y funerales para apoyar y consolar a padres, hijos, hermanos, rotos por el dolor de tantos crímenes injustos.
Las palabras del Rey han subrayado el cariño, el apoyo, el respeto y la solidaridad de la sociedad entera hacia las víctimas y sus allegados. Y también la firme determinación de luchar de forma unánime para acabar con el terrorismo empleando siempre como armas legales los instrumentos del estado de derecho en el que vivimos.
Era necesario ese acto y también la nueva Ley de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo que se acaba de presentar a tramitación en el Congreso y que, en principio, goza del apoyo consensuado de todos los grupos parlamentarios representados en las Cortes. Sobre todo, porque se va a hacer justicia por igual a los que sufran las consecuencias de un atentado.
Carmen Enríquez, periodista especializada en información de la Casa Real.
