En la corte de muchos reyes españoles existía el bufón, un personajillo que hacía reír a sus majestades para distraerlos y hacerles olvidar sus preocupaciones. Desde la Transición, todos los gobiernos han procurado tener un grupo de comunicación que defendiera sus intereses y extendiera cortinas de humos para tener a los ciudadanos entretenidos en otras cosas.
Este grupo lo fue Prisa durante el Gobierno de Felipe González, y la todopoderosa Telefónica de Juan Villalonga, que adquirió Antena 3, en la etapa de Aznar.
Con Zapatero, el grupo mediático que ha crecido como la espuma es Imagina, el de Jaume Roures, del que dependen medios como La Sexta, Gol TV o el diario Público. El sanedrín de Zapatero está integrado por Antonio García Ferreras y José Miguel Contreras, ambos directivos de la cadena de televisión de Roures.
La sombra de papá Estado es muy alargada
La sombra de papá Estado es muy alargada. Es capaz de dar cobijo desde licencias de televisión, hasta canales de pago creados ad hoc para este grupo, por no hablar la sorprendente carrera de adjudicaciones de las producciones que la radiotelevisión pública (RTVE) pretende externalizar. Lo que no podía imaginar éste es que podía verse metido en los graves problemas económicos por los que pasa en la actualidad.
Roures instó la semana pasada el concurso de acreedores de Mediapro, la empresa propietaria de los derechos del fútbol en nuestro país, con la excusa de no pagar una deuda de algo más de 100 millones de euros contraída con Audiovisual Sport, perteneciente al grupo Prisa.
Roures lo presentó como una medida defensiva frente a las empresas que dirige Juan Luis Cebrián. Sin embargo, unos días después hemos conocido que, en realidad, obedece a los problemas de tesorería que padece Mediapro para hacer frente a sus compromisos. Un auto ordenaba la ejecución de una sentencia anterior, que embarga su participación en las cadenas de televisión y obliga a ceder los derechos del fútbol para pagar las deudas.
Ni siquiera todo el poderío que otrora desplegaban Zapatero y sus acólitos ha servido para proteger a sus súbditos. O el Gobierno ha perdido mucha de su influencia sobre las entidades financieras o la situación debe ser de gravedad.
Nunca digas de este agua no beberás
De los 900 millones de la deuda contraída por Mediapro, casi la mitad, alrededor de 400 millones lo son con empresas del grupo Imagina. Ello puede crear un efecto dominó similar al que se ha llevado por delante a Marsans, el grupo de viajes del presidente de la patronal, Gerardo Díaz Ferrán.
Nunca digas de este agua no beberás, ni este hombre no es... Roures, uno de los primeros en abrir fuego con toda su poderosa artillería contra el jefe de los empresarios, sufre ahora la misma enfermedad en sus carnes y guarda silencio.
elEconomista fue uno de los primeros periódicos en denunciar las dificultades por las que pasa el imperio mediático de Roures, aunque jamás nos alegramos de las desgracias ajenas. La respuesta del empresario de la comunicación, una especie de Ciudadano Kane español, fue demandarnos en los tribunales cada vez que abríamos la boca. ¡Curiosas maneras para un hombre que ha creado un grupo de comunicación tan potente!
Ahora se ve que llevábamos razón y no escribíamos al albur ni al dictado de nadie. En esta ocasión, también un juez lo dejó sin argumentos ante sus falsos desmentidos. Afortunadamente, existen tribunales independientes que no actúan a golpe de las presiones oficiales o de sus esbirros.
Una buena dosis de realidad es la mejor manera de aprender las cuatro reglas de la economía de mercado por la que se rigen las empresas. La historia de Roures es la de Zapatero, la de un hombre que vivía en el limbo del poder, hasta que despertó bruscamente de él.
El bufón es en realidad un prototipo italiano que divertía al público en el teatro mientras se cambiaba el decorado. Bufón viene del italiano buffare, que significa soplar. Pero recibió este nombre porque el cómico que salía al escenario soplaba con la boca llena de aire y recibía las bofetadas o buffone. Es el riesgo que se corre.
Amador G. Ayora, director de elEconomista.