Opinión

Editorial: Portugal Telecom ha de cumplir su palabra

A Portugal Telecom se le acaba el tiempo. Por el bien de sus accionistas, debe aceptar los 6.500 millones que Telefónica ofreció por el 50 por ciento de Brasilcel, propietaria del 60 por ciento de Vivo, antes de su próxima junta de accionistas, el 30 de junio.

La filial es un caramelo que ofrece posibilidades insondables de crecimiento en el mercado brasileño de la banda ancha móvil. La oferta de Alierta por el operador líder de la telefonía móvil en Brasil no sólo supone un precio justo, sino que fue la cantidad fijada en un acuerdo verbal entre las compañías que la lusa insiste en no respetar, influida en parte por juegos políticos que trascienden del ámbito empresarial. El regateo de 500 millones más está fuera de lugar cuando se han pactado unas condiciones previamente.

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