Tal y como apunta hoy Roubini en un artículo en exclusiva para elEconomista, el Gobierno español ha tardado demasiado en mirarse al espejo. En opinión del gurú de la crisis, las medidas estructurales que ha de tomar España para seguir siendo solvente constituyen el mayor desafío para el euro. Y es que los hechos son incontestables.
Debemos reducir un déficit de 117.000 millones que corre el riesgo de acumularse un año tras otro en la mochila de la deuda. Y eso tarde o temprano dará problemas, a menos que se acometan ajustes mayores que los 13.000 millones de recortes previstos para cada año. Por un tiempo, el BCE puede darnos un colchón comprando nuestra deuda en el secundario. Pero este apoyo no es sostenible. En algún momento ha de retirarse antes de que genere inflación en otros países.
