En 1804, poco antes de ser coronado emperador, Napoleón ordenó fusilar por conspiración al joven duque de Enghien, un miembro de la dinastía de los Borbones, sin ninguna prueba en su contra.
elEconomista reveló esta semana los planes de la Unión Europea y el Fondo Monetario para socorrer a España con hasta 250.000 millones, en caso de que fuera necesario. Desde ese momento, el Gobierno, a través de su portavoz, Félix Monteira, se ha lanzado contra nosotros como un depredador sobre una avecilla a la que desplumar.
Amén de las descalificaciones del propio Monteira, que ya describí esta semana en otro artículo, la maquinaria de prensa monclovita se sirve de tertulianos amigos y de medios oficiales para acusarnos de favorecer a los especuladores en los mercados financieros.
Me consta, además, que la presión que se ejerce desde el Ministerio de la Presidencia, que dirige la vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, con llamadas constantes de prudencia a directores y editores de otros medios para que se hable bien de España se ha redoblado en estos días.
No hay más que echar un vistazo a las portadas de los diarios de ayer viernes para darse cuenta de que desde Público, el periódico oficial, a los de derecha, se prestaron a destacar a toda página la última victoria de Zapatero, la aprobación de su Plan de Estabilidad. En la comparecencia de Zapatero con el director gerente del FMI, Dominique Strauss-Khan, se eludió ayer cualquier referencia al fondo de rescate para España, con una cuidadosa selección de los periodistas que preguntaban.
Lo he contado en varias ocasiones. En diciembre, aproveché la copa de Navidad, para prevenir a Zapatero sobre el problema de la deuda. Él no me escuchó. Se dio la vuelta y pasó a hablar de otro tema. Ahora tiene hasta diciembre, cuando se cerrarán las líneas de liquidez del BCE, para tomar las medidas.
No es la primera vez que elEconomista se adelanta a informaciones que otros callan por presión política o económica. La desacertada gestión de Miguel Blesa en Caja Madrid fue silenciada hasta que resultó demasiado evidente, al igual que la del ex presidente de la CECA, Juan Ramón Quintás.
El otoño pasado publicamos una lista de siete cajas en dificultades. El gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, lo desmintió. Como ahora, se apeló a la responsabilidad. Pero unos meses después, cuando el todopoderoso gobernador tuvo dificultades para que las cajas se fusionaran, se vio obligado a denunciar que un tercio de éstas tenían serios problemas. En lugar de las siete que decíamos, eran nada menos que 16.
En elEconomista no nos alegran las dificultades por las que atraviesan algunas cajas de ahorros, ni tampoco las de la economía. Al contrario, nos consterna y nos preocupa. Pero ocultar esta información a la opinión pública no contribuye a resolver la situación, sino todo lo contrario. Demorar su solución agrava sus consecuencias.
Sería mejor para los mercados reconocer que existe un fondo a disposición del Gobierno español por si lo necesitara, como ha hecho la propia Merkel, en lugar de empeñarse en negar la evidencia.
Por si algún portavoz oficial aún no lo tiene claro: me siento orgulloso de pertenecer al equipo de elEconomista y de cumplir con nuestros principios fundacionales: contribuir al desarrollo económico y social de España. Felicito al autor de la noticia sobre el rescate, José María Triper, un periodista de larga y exitosa trayectoria, que Monteira conoce por su rigor.
El crimen de Napoleón sobre el duque de Enghien lo acompañó toda su vida, como si fuera la sombra de un fantasma. Talleyrand, ministro durante el Directorio, el Consulado, el Imperio y la Restauración, lo definió para la historia como que "más que un crimen había sido una torpeza". Señor Zapatero, gobierne, tome las medidas para sacarnos de este marasmo y verá como desde aquí lo apoyamos. Los errores son suyos y no del mensajero, al que intenta fulminar. Lo contrario será una torpeza y no nos vamos a callar, por responsabilidad.
Amador G. Ayora, director de elEconomista.