Dice el NYT que el presidente Zapatero nos intenta dar fútbol para que nos olvidemos de la crisis económica y de las reformas estructurales que se están acometiendo. Y ojalá el NYT tenga razón.
Ojalá nos plantemos en el 31 de julio con la reforma laboral cerrada, aprobada y en funcionamiento y el sector financiero totalmente reestructurado.
Ojalá, entre partido y partido, el Gobierno gobierne y lleve a cabo una reforma del sistema energético español, que aborde la competitividad del sector y que busque las fórmulas para aunar precios y costes.
Ojalá que España meta muchos goles, y que con la borrachera el presidente apruebe medidas para liberalizar el comercio, el sector farmacéutico y le dé alas a la competencia para buscar una mayor productividad.
Si el NYT tuviera razón, y nos despertásemos con la Copa del Mundo y las reformas aprobadas, España sería otro país. En una semana en la que desde Alemania se habla del "plan de rescate a España", en la que los mercados han sufrido el vértigo de la debilidad de la deuda y sus diferenciales, sería muy aconsejable que el presidente se atreviera con la realidad.
La crisis económica que afecta a España no es un espejismo, no es una invención, no es un capricho. Los mercados no han decidido que España es un país atacable, los mercados han visto que demuestra "gran debilidad". Hay millones de parados, cada vez menos asalariados a los que nos suben los impuestos. Los costes sociales están disparados, la deuda pública y privada también.
Si la Selección española de fútbol consigue distraer la atención, mientras el Gobierno trabaja en algo más que no sean sus nichos de votos, igual conseguimos un doble palmarés: el del fútbol, que está muy bien, y el de la recuperación económica, que está aún mejor. Más que nada, para que no seamos Argentina: sólo fútbol y corralito internacional a lo griego. ¿Por qué ya nadie se acuerda de Grecia? Muy fácil, porque Grecia ya no existe.
Pilar G. de la Granja, directora del programa 'El Balance' en Intereconomía.