CajaSur ha caído. Con un agujero de más de 500 millones, la entidad andaluza en manos de la Iglesia no podía continuar sola. Había sido mal gestionada y necesitaba un compañero que pudiese sostenerla. Por ello, la caja cordobesa había intentado primero acercarse a Caja Murcia, una entidad saneada con la que podía haberse fusionado sin que hubiese solapamientos. Sin embargo, la Junta de Andalucía, en su afán por mantener a toda costa a CajaSur dentro de su ámbito de poder, vetó estas conversaciones y la obligó entablar una negociación con Unicaja.
Pero los despropósitos no quedaron ahí. Una vez logrado un pacto verbal entre el presidente de Unicaja y los sindicatos de CajaSur sobre el futuro de los trabajadores, los curas pecaron de soberbia. No les importó que muy probablemente quien se haga con los activos de la entidad acometa un ajuste de plantilla mucho más fuerte. Antes que ceder el control a los socialistas con los que han tenido multitud de roces en los últimos años, prefirieron enviarlo todo al garete. Incluso el representante del PP en la caja votó a favor de la entrega de las llaves a Unicaja. Ahora, los obispos se excusan en que las condiciones para los empleados eran malas. Con una institución en quiebra y sueldos elevados, ¿qué esperaban? Podían haber salvado parte del equipo. Sin embargo, el futuro ahora pinta más oscuro. CCM tuvo la ventaja de ser la primera. Pero ya no se van a conceder tantas facilidades con una cola de operaciones sacando la gorra en busca de ayudas.
El Frob toma las riendas de una entidad que, bajo el capítulo VII del real decreto que regula las ayudas, tendrá que ser subastada asegurando la competencia. Algo que debe realizarse con criterios financieros y no políticos, sobre todo porque el Gobierno tendrá la última palabra. Tras haber presentado un plan de salvamento, Unicaja representa una buena opción, pues tiene el tamaño para aguantarla. Quizás, al final aún salga beneficiada, puesto que podría quedarse sólo con los trozos que le convengan.
Unas semanas antes de que se acabe el plazo del 30 de junio para solicitar las ayudas al fondo de rescate, la irresponsabilidad de muchos de los involucrados resulta manifiesta. Unas cajas muy pequeñas intentaron crecer exponiéndose en demasía al sector inmobiliario y al crédito arriesgado que no querían otras entidades. Después de dos años con todos los expertos señalando enormes dificultades, el Banco de España ha dejado que los problemas se pudran hasta llegar a un punto insostenible. Ha querido causar el menor ruido y no ha sido capaz de imponer su criterio. Y la factura de su error se plasma no sólo en mayores ayudas, sino también en la sustracción del crédito a la economía.
En su mayor parte, los barones autonómicos han logrado retener el control mediante fusiones intrarregionales, cuando las interregionales ofrecían mayores posibilidades de diversificación y tamaño. Pero estos políticos quieren seguir usando las cajas como instrumentos financieros de sus intereses. Esperemos que no se estén aplicando parches que luego haya que volver a remendar. El Banco de España debe dejar claro que no se está echando la pelota unos años hacia delante. Se debió haber prometido menos ayudas al objeto de acongojar a todos. Veremos como abre el mercado hoy lunes castigando al sector financiero. La guerra del depósito para lograr en casa la financiación que cuesta más cara en el exterior no se puede sostener perdiendo un punto de diferencial con el tipo del BCE. Aún quedan semanas de infarto. Zapatero y Rajoy han acordado agilizar la reforma. Si ésta no lleva a cabo una profesionalización del sector con los intereses partidistas fuera, las cuitas se repetirán.