El que fuera jefe del Gobierno, Felipe González, ahora presidente del grupo de trabajo creado en 2007 para evaluar la situación de la Unión Europea (UE), ha dado por terminados sus trabajos y ha elevado el mismo a la consideración del Consejo Europeo que se celebrará en el mes de junio.
Cuando pueda acceder al citado documento en toda su integridad, abordaré el comentario del mismo tras su lectura reposada.
No obstante, y debido a la situación por la que atraviesa la Unión Europea con motivo de la crisis griega y sus repercusiones en la propia entidad del vigente proyecto europeo, me atrevo a avanzar algunos comentarios al aire de lo que los medios de comunicación han subrayado sobre el mismo.
Es de resaltar algunas verdades de Perogrullo que encabezan el informe. La más solemnemente expresada es la advertencia acerca de que el proyecto europeo adolece de liderazgo político y como causa de ello se encuentra en trance de declive y marginalización.
Es cierto, sin duda alguna, pero eso ya era más que previsible cuando el Tratado de Mäastricht optó exclusivamente por la unión monetaria en total detrimento de la unidad política.
Los posteriores tratados de Ámsterdam y Niza no hicieron otra cosa que ratificar y ampliar la decisión tomada entonces.
A pesar de la denuncia de la falta de proyecto político, el informe se centra a continuación en reclamar e intensificar una serie de medidas que están en el origen de los problemas de los europeos, como el retraso de la jubilación o la flexibilidad laboral. Y lo más curioso es que a continuación plantea como objetivo un alto nivel de empleo como si ello no tuviera relación alguna con lo anterior.
Y es que el eje fundamental que parece vertebrar el informe es la consideración de una población compuesta por 500 millones de consumidores.
A partir de ahí, toda apelación a un Gobierno económico pero sin proyecto político carece de base.
Julio Anguita, ex coordinador general de IU.