Opinión

María Jesús Valdemoros: El primer paso de un largo camino

Las medidas de ajuste fiscal, vía reducción del gasto público, anunciadas hace unos días por el presidente Rodríguez Zapatero significan, por fin, el reconocimiento explícito de una verdad bien conocida, pero difícil de aceptar: España creció durante más de una década sobre la base de un modelo desequilibrado, cuya elevada factura ahora debemos pagar para poder disfrutar de nuevas oportunidades de alcanzar la senda del crecimiento sostenido y la creación de empleo.

El plan gubernamental ha propiciado el lógico y encendido debate. Podrá discutirse si el recorte era necesario y si llega tarde -a mí, como a casi todo el mundo, no me cabe ninguna duda de que sí-. Pero me parece que, a estas alturas, nada de lo anterior es tan relevante. ¿En qué nos ayuda lamentarnos de los fallos del pasado? ¿Sirve para algo el "yo ya lo dije"? En la situación preocupante que vivimos, considero más oportuno mirar hacia el futuro y reflexionar sobre el arduo camino que nos queda por delante.

Ante todo, hemos de valorar de manera positiva que el Gobierno se haya puesto manos a la obra, incluso renunciando a sus propios planteamientos previos y entrando en confrontación con los sindicatos, sus aliados tradicionales. Nos hemos dejado, esperemos que de una vez por todas, de las coartadas y vanas esperanzas que justificaron la inacción gubernamental durante meses, a la espera de que el simple transcurrir del tiempo sacase a la economía española del atolladero en que se encuentra.

Las decisiones adoptadas apuntan sin ningún género de dudas en la dirección correcta. España debía y debe reconducir sus cuentas públicas hacia la estabilidad como primer paso para depurar los excesos del pasado. Y así lo han señalado infinidad de expertos, organismos internacionales e incluso otros gobiernos -y no sólo los europeos-, preocupados no tanto por el futuro de la economía española, sino sobre todo por el efecto que nuestros problemas pudieran ejercer sobre la unión monetaria. De hecho, diría que nuestros compromisos europeos han actuado de mecanismo disciplinador ante la que había sido una manifiesta falta de voluntad política.

Sin embargo, son muchas las objeciones que pueden plantearse al anuncio gubernamental. Las medidas adoptadas son del todo insuficientes para terminar con los desequilibrios fiscales, tal y como parecen haber interpretado los mercados financieros. Por otra parte, este anuncio supone incertidumbre adicional porque aún se desconoce el modo en que, por ejemplo, va a implementarse la reducción de la inversión pública o el recorte de los sueldos de los funcionarios. Además, transmite una notable sensación de improvisación que no ayuda a recomponer la maltrecha credibilidad de nuestra economía a los ojos los mercados internacionales. El Gobierno debería haber elaborado un plan más trabajado, ambicioso y coherente. Se mire como se mire, necesitamos de la confianza de los inversores -llámense especuladores o no- para hacer frente con mayores probabilidades de éxito al difícil camino que nos queda por recorrer. Si contamos con esa confianza, las reformas que se emprendan ofrecerán menores costes y beneficios más rápidos en términos de prosperidad futura.

Estas medidas deberían servir asimismo para abrir los ojos al conjunto de una adormilada sociedad española. Aunque a ninguno de nosotros nos guste, lo cierto es que estamos acercándonos a una situación dramática que únicamente puede evitarse asumiendo ciertos sacrificios. Es más, a la reducción del sueldo de los funcionarios, la congelación de las pensiones y el resto de medidas, habrá que añadir otras políticas de mayor calado estructural, como la reforma del mercado laboral.

Sería un tremendo error quedarse en la complacencia tras el anuncio del recorte de gasto y posponer las reformas estructurales. Nada de lo dicho por el presidente ante el Parlamento la semana pasada podrá devolvernos a un crecimiento sostenido en el futuro. Eso requiere cambios profundos; costosos a corto plazo, pero altamente beneficiosos a medio y largo. Si así lo asumimos todos, aunando fuerzas, aprestándonos a un esfuerzo compartido y aprovechando las muchas virtudes de nuestra economía y nuestra sociedad, el balance será, insisto, mucho más positivo y lo será con mayor rapidez. Pero hay que empezar a moverse cuanto antes, con pasos más decididos que el ya dado.

María Jesús Valdemoros, directora del departamento de Economía del Círculo de Empresarios.

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