Opinión

Juan Laborda: ¿Y ahora qué?

El origen de la actual crisis económica y financiera global estaba en el brutal endeudamiento del sector privado, de manera que cuando el colateral que apoyaba esta deuda colapsa, los balances de familias y empresas se descapitalizan y necesitan incrementar ahorro. Se produce un desapalancamiento: menor consumo privado, menor inversión privada, sobreproducción, destrucción de capital, y aumento del desempleo. Para hacer frente a esta situación, el sector público de los países desarrollados implementa una política expansiva contracíclica. Pero aquí aparece la primera contradicción: el origen de la crisis, el sobreendeudamiento, no sólo no se ha corregido en la implementación de los rescates bancarios, sino que se agranda con el incremento del endeudamiento del sector público.

Esta inconsistencia es claramente aprovechada por determinados especuladores, que incrementan los costes o carga financiera de la deuda de ciertos países como Grecia, y en menor medida España o Portugal, haciendo insostenible el volumen de endeudamiento público y privado de tales países. En el caso español, las cotizaciones bursátiles de los principales bancos comerciales había caído, desde enero, más de un 50 por ciento. El análisis sobre el funcionamiento y dinámica de los mercados de estos especuladores es mucho más profundo que el de la mayoría de técnicos, asesores y académicos liberales y defensores de los ajustes de oferta, que asesoran a los gobiernos.

Ante este panorama, países como España, Grecia, o Reino Unido, se ven obligados a implementar un duro ajuste fiscal, cuyo único objetivo es calmar a los mercados y estabilizar la carga financiera. Sin embargo, con las medidas implementadas, especialmente la congelación salarial y el recorte en infraestructuras, disminuimos fuertemente el crecimiento real y nominal de la economía, ya que disminuirá fuertemente la demanda efectiva, en un contexto de deflación por endeudamiento como el actual (en España la inflación subyacente de abril registró la primera tasa interanual negativa de la historia). Para el caso español, hemos revisado nuestra previsión del crecimiento económico para la segunda mitad de 2010 a -1,5 por ciento, y para el 2011 a -1,5 por ciento / -3,5 por ciento. Si estos economistas de oferta quieren entender los efectos de la deflación con endeudamiento les recomiendo que lean la Teoría de Deflación por Deuda de Irving Fisher, y dejen de publicar las barbaridades que hemos podido leer estos días: la ignorancia es muy atrevida.

Los especuladores que han realizado los ataques al euro, a la deuda soberana de diversos países, y a los activos con riesgo lo tienen fácil: el hundimiento económico al que nos va a llevar las medidas de oferta implementadas hacen insostenible el volumen de deuda privada y pública existente, al margen del nivel del coste de la deuda. Como consecuencia, nuevos ataques al euro y a la deuda soberana son posibles y, en este caso, entramos en la tormenta perfecta: hundimiento del crecimiento económico y aumento de la carga financiera.

¿Y ahora qué, economistas de oferta? ¿No era más fácil una reestructuración de la deuda global y una reordenación de los mercados financieros?

Juan Laborda, profesor del IEB.
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