Un preacuerdo cogido con pinzas. Esto es lo que ha surgido de las negociaciones entre Caixanova y Caixa Galicia. Dos copresidencias rotatorias durante un total de tres años y un reparto paritario tanto del consejo como de las asambleas de ambas cajas. Una operación que desde un principio se ha fraguado gracias a la presión política de la Xunta, que finalmente ha logrado que Rajoy y Zapatero se pusieran de acuerdo para dar vía libre a esta integración y, así, retener su instrumento de poder.
Sin embargo, esta alianza no nace de la lógica económica. Al unir dos cajas de la misma región no se producen la diversificación que necesitan las dos entidades. A medio plazo, pueden volver a tener problemas. Pero, claro, los políticos sólo buscan soluciones que mantengan sus intereses intactos.