El 13 de Julio del año pasado -y con motivo de la crisis- escribía en esta sección si en el futuro "?como hasta ahora, los causantes de los problemas van a seguir arropados por los llamados designios del mercado y continuarán marcando iniciativas".
No ha pasado un año -aunque sí multitud de cosas ilustrativas- para tener las respuesta clara y contundente. Tras los momentos iniciales de incredulidad y sorpresa, las aguas han vuelto a su cauce.
Los mercados continúan siendo los demiurgos de esa deidad llamada Economía.
Se acepta como algo incontrovertible que los manejadores de los fondos que los impositores les entregan a cambio de beneficios rápidos y cuantiosos tengan el poder prácticamente omnímodo para desacreditar, desestabilizar, manipular e imponerse a decisiones tomadas por gobiernos elegidos democráticamente.
La defensa de la rentabilidad de estos fondos y de estos capitales se sobrepone a las necesidades de las poblaciones no vacilando en imponer planes draconianos que las van a empobrecer aún más.
Y lo más sangrante en el caso de Grecia es que los gobiernos causantes de los engaños contables están fuera de toda responsabilidad penal.
¿Qué tiene que ver todo esto con la ciencia económica?
¿Qué dirían Adam Smith, David Ricardo y los demás economistas clásicos?
¿Sobre qué lógica científica se basa esta renuncia a dirigir los procesos de una Economía basada en la producción, distribución y consumo de mercancías, riqueza y servicios?
¿Puede, en puridad, llamarse Democracia a esto? Todo el sistema está montado sobre la alienación en una superchería que subvierte la razón más elemental.
Los intereses espurios de inversores y agencias de calificación divinizados como mercados se erigen en los definidores de la bondad o maldad de una línea de política económica.
¿Qué tiene que ver esto con la racionalidad o la ciencia?
Julio Anguita, ex coordinador general de IU.