Reiteradamente, el Gobierno de Zapatero ha vendido el maná del Instituto de Crédito Oficial como la panacea para que fluyera a la economía real el crédito que no brotaba de bancos y cajas y llegar así con el ICO adonde no se podía vía gasto público.
Hasta tal punto, que se ha forzado la maquinaria de una entidad que ya no da más de sí, como reconocía ayer su propio presidente. Ahora está en ciernes la línea de créditos directos para pymes y autónomos, que tendrá su luz verde antes del 15 de junio.
El ICO sólo reciclará el 10 por ciento de los préstamos rechazados por la banca, y aun así tendrá que subcontratar los servicios de analistas privados. Todo son muestras de que se le asignan cometidos desproporcionados para los objetivos que pueden alcanzarse y que terminan estrangulando a la propia institución.