Las aerolíneas estadounidenses United Airlines y Continental Airlines anunciaron ayer su proceso de fusión, valorada en 3.000 millones de euros, que implicará mínimos ajustes laborales y que deparará el grupo aéreo más grande del mundo.
Las integraciones son la vía necesaria para el futuro de las aerolíneas, azotadas como cualquier compañía por la caída de la demanda por la coyuntura, desastres naturales, la presión de las líneas de bajo coste y la fuerte competencia en Asia. La de ayer es una fusión necesaria. No suficiente, porque se precisarán más.
El sector aéreo está aquejado de problemas de sobrecapacidad que han de solventarse a través de uniones y del aprovechamiento de sinergias. Algo que demuestra que la fusión de Iberia y British con American Airlines resulta ineludible.
