Los expertos coinciden. El precio de la vivienda aún debe bajar más para que se considere una inversión interesante. En la actualidad, la rentabilidad se encuentra en torno al 4 por ciento y eso significa que un depósito, que representa un destino mucho más líquido, puede brindar lo mismo. Según los analistas, debería obtenerse alrededor de un 20 por ciento para que compensara. Por eso, hay que ser cuidadoso y tener en cuenta que se trata de un mercado cuyos precios varían mucho en razón de zonas, tamaños y calidades. Ahora, lo ideal como inversión se busca en un área más céntrica, para primera residencia y de menos de 80 metros. Dentro de ese perfil, los precios se están mostrando más resistentes.
Pero, con todo, el enorme stock existente seguirá pesando. Además, todavía existe una sobrevaloración manifiesta, debido a que el mercado no ha experimentado las correcciones de países como Reino Unido o EEUU, donde las valoraciones han rondado caídas del 30 por ciento en un año. No importa que el Ministerio de Vivienda siga empeñado en animar el mercado diciendo que lo peor ha pasado y que se ha entrado en una fase de estabilidad. Aunque los incentivos fiscales a los que se han recurrido pueden insuflar un poco de aire, la incertidumbre sobre si se ha tocado suelo continúa, e implica que los posibles compradores seguirán esperando.
Si además se ve un mercado laboral que no se reactiva, unas hipotecas difíciles de conseguir y unas entidades que no quieren vender con pérdidas todo lo que han absorbido, entonces el panorama que se vislumbra es el de varios años de estancamiento en demanda y precios.
