Opinión

Editorial: ¿El fin de la alquimia de Goldman?

A finales de los 90, la banca de inversión encontró la alquimia. Todo podía convertirse en papel que luego se vendía con altas rentabilidades, sin que nadie supiese qué había detrás. Y todos apostaban endeudándose porque esos títulos estaban recomendados por una calificación excelente. Sin embargo, cuando los fondos empiezan a perder dinero por estos productos y restringen la liquidez a los bancos que los comercializaban, el dominó se desmorona.

¿Una toma de riesgos alocada fomentada por bonus excesivos? Las acusaciones de la SEC contra Goldman insinúan un problema mayor: estas entidades no ganaban tanto por su gestión del riesgo, sino porque sus operaciones se diseñaban para favorecer sus intereses y los de sus socios, al tiempo que usaban a sus clientes para que comprasen el producto defectuoso que cubría su riesgo, como un coche usado cuya tara desconoce el comprador. El mercado no funcionaba. La información era asimétrica. Ahora, Obama envía la señal a través de la SEC de que será duro con la banca. Debe serlo. Va a resultar difícil, sobre todo porque hay que estimular el crecimiento y siempre se podrán buscar vías para saltarse las reglas. Pero hay que intentarlo.

Se han de deslindar los bancos de las sociedades que apuestan; segregar la banca comercial que vende a clientes de la privada que invierte en productos; hay que regular para que estas operaciones afloren y se sepa qué se negocia en un mercado transparente con reguladores específicos. Será complicado porque son heterogéneos, pero se deben homogeneizar los contratos para que el comprador pueda valorar. El negocio de la banca de inversión va a perder lustre.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky