El regulador bancario estadounidense ha demandado a Goldman Sachs por conflicto de intereses en la construcción y venta de un instrumento financiero complejo. Dicha demanda no debería tener consecuencias muy negativas para Goldman, pero sí anticipa un oscuro futuro para el sector financiero.
Que la SEC escoja este momento de fragilidad para actuar contra un banco apunta a que el Gobierno está decidido a no dejarse influenciar por los grupos de presión, que están haciendo un esfuerzo inmenso por intentar evitar la regulación del sector.
No puedo comprender la atracción irresistible que los bancos tienen para los inversores. Quizá desde un punto de vista sociológico se podría decir que sus accionistas se han enamorado de ellos, y la definición de Ortega del amor como "estado de imbecilidad transitoria" vendría bastante al caso.
La altísima rentabilidad que éstos han dado a sus accionistas en los últimos años ha provocado que se olviden de lo que ha pasado en el mundo en los últimos 30 meses, y que vuelvan a comprar activos financieros simplemente porque tienen que subir. ¿No entiendo el sector, o me estoy perdiendo algo?, ¿los inversores están apostando por algo que no comprenden?
Castigo a los bancos: regulación
A escala mundial los bancos van a ser sometidos a un intenso incremento de la regulación. Ser los culpables de la última recesión no debería quedar sin castigo, y las medidas planteadas van orientadas a evitar que existan entidades que, de quebrar, puedan hacer colapsar un sistema financiero.
Primera medida: endurecimiento de los requerimientos de solvencia. La implantación de la normativa contable Basilea III y el ajuste previsto de Basilea II se irán implementando durante los próximos años. Su objetivo es que los bancos tengan más capital y de mejor calidad, además de mayor proporción de inversiones líquidas, de manera que puedan afrontar futuras crisis con menos problemas. Muchos bancos se verán obligados a ampliar capital para ajustarse a la normativa. El beneficio de la entidad se diluirá entre más accionistas. El return on equity (ROE) disminuirá.
Segunda: incremento de la legislación y competencia en la negociación de instrumentos derivados sofisticados mediante su inclusión en mercados organizados. Si se regulan los sistemas de cotización de estos instrumentos, aumentarán la transparencia y liquidez, y los bancos no podrán cobrar los márgenes que han estado cobrando hasta ahora (o deberán trasladarlo al cliente y arriesgarse). Las consecuencias apuntan a un deterioro del ROE.
Tercera: cambios estructurales. Los reguladores quieren reducir la capacidad de asumir riesgo para aquellos bancos que luego puedan necesitar ser rescatados. Proponen reducir la capacidad de apalancamiento de los bancos, prohibir a algunas entidades invertir especulativamente por cuenta propia e invertir en private equity y en Hedge Funds. Otra posible medida de este tipo sería limitar el tamaño de los bancos de forma que evitásemos el mantra del too big to fail, o demasiado grande como para dejarle quebrar sin consecuencias nefastas para el sistema financiero. Consecuencia: caída del ROE.
Por último, no debemos olvidarnos de la pendiente regulación del sector asegurador y el posible incremento de los impuestos a las instituciones financieras.
Es muy difícil estimar el alcance de estas medidas y ser capaz de calcular cuánto daño van a hacer. Un banco americano publicaba recientemente que la caída del return on equity podía variar desde el -2% comparado con la situación previa a la crisis en un escenario optimista, a un -8% en uno más negativo. El sector ha cambiado y ya no tiene las características de crecimiento que tenía antes.
Las medidas van orientadas a evitar que 2008 se vuelva a repetir, pero los beneficios de los bancos tampoco volverán a ser lo que eran. Los bancos serán a partir de ahora entidades más seguras y con menor probabilidad de quiebra. Pero, ¿pagaría usted lo mismo por un Seiscientos que por un Ferrari? Los bancos no van a poder crecer tanto como antes, y se asemejarán más a las eléctricas, empresas muy sólidas, pero que no crecen mucho y cotizan con múltiplos (y, por tanto, precios) más bajos.
La actuación del BdE ante la crisis inmobiliaria
España. Nuestro regulador nos ha salvado de sufrir una crisis como la del resto de Europa y Estados Unidos. Por un lado, la introducción de una provisión anticíclica durante nuestra última crisis inmobiliaria, y por otra, nuevas interpretaciones de la norma contable han hecho que hasta ahora podamos ver los toros desde la barrera. Vamos a ahondar en los criterios contables y en si la situación puede seguir así.
La normativa mark to market ha obligado a los bancos de medio mundo a valorar sus activos al precio de mercado. En España no. Los bancos han estado aceptando a los promotores canjear su deuda por activos inmobiliarios. De esta forma evitaban tener que provisionar (como pérdidas) créditos de dudoso cobro. Una vez aceptados dichos activos, el Banco de España aplica un calendario de provisiones bastante laxo que ha ido variando con el tiempo desde un 10 hasta un 20% de los valores de tasación (dependiendo del momento de incorporación a los balances).
Recientemente ha estado presionando a las entidades para que suban al 30%. Sin embargo, los valores de tasación de los inmuebles sobre los que se provisiona no caen. Las estadísticas hablan de caídas menores al 10% en los precios de los inmuebles cuando la realidad de la calle ronda el 30%. Los bancos son ya los mayores vendedores de pisos de España y no les interesa vender los inmuebles por debajo de los valores provisionados. Les haría incurrir en pérdidas. Y como no venden, los precios no bajan. Un ciclo sin fin que se puede romper.
Las entidades financieras están ayudando a los tenedores de hipotecas a aplazar sus pagos con tal de no tener que provisionarlos como morosos. Los juzgados están absolutamente colapsados y están tardando unos diez meses en iniciar los trámites para iniciar el embargo de un inmueble. Creo que existen dos escenarios: primero, que se produzca una caída brusca de los precios, o en segundo lugar, que tardemos cuatro o cinco años en purgar el inventario de aproximadamente un millón de casas sin vender que existe en la actualidad.
La primera solución sería mala para los bancos pero buena para España. Oferta y demanda se ajustarían y el stock de vivienda se liquidaría de forma muy rápida. El sector de la construcción podría ponerse de nuevo manos a la obra, reduciendo el desempleo e incrementando el crecimiento del PIB. La segunda evitaría una crisis bancaria, pero frenaría el crecimiento de España.
Si a todo lo anterior le añadimos que nadie sabe cuánto ni qué tiene cada banco y que el Banco de España les pidió recientemente transparencia en sus activos inmobiliarios, podemos llegar a las siguientes conclusiones (ya teniendo en cuenta el sector a nivel mundial y el caso específico de España).
Debido a los cambios regulatorios, vamos a ver una fuerte caída de los beneficios de los bancos de aquí en adelante. Es difícil decir si están caros o baratos.
La situación contable de los bancos españoles, aunque legal, es opaca y no refleja la realidad del problema inmobiliario.
El Banco de España y el Gobierno tienen una última oportunidad para obligar al sector a ser transparente y a provisionar, lo que llevaría a la necesaria y sana consolidación del sector.
Y, por último, una recomendación a los inversores para este sector y para todo lo demás: no invierta en algo que no entienda.
Ignacio Dolz de Espejo, director de Estrategia de A&G fondos y profesor de Inversión Socialmente Responsable en el IE Business School.