El Gobierno ha presentado una propuesta de reforma laboral que, más allá del éxito que llegue a tener, merece un serio debate. La fórmula más interesante es la trasposición al modelo español de la experiencia alemana por la que las empresas pueden ajustar el horario de trabajo acogiéndose parcialmente a la prestación por desempleo, repartiendo el mismo entre varios trabajadores.
Resulta evidente que la mejora en el comportamiento de los sectores tradicionales de la economía, construcción, turismo y consumo interno no va a producir por sí misma suficiente empleo, y una profunda transformación de nuestro modelo productivo capaz de crear empleo neto se avista a largo plazo.
Por ello, hoy el objetivo es repartir el trabajo con sistemas novedosos. No tiene sentido que una parte de la población, que mantiene los mismos ingresos y consume menos, esté favoreciendo el crecimiento del ahorro, mientras otra parte de la ciudadanía mantiene situaciones de supervivencia por falta de empleo.
Sebastián Reyna, secretario general de UPTA.