Los datos económicos del primer trimestre de 2010 no difieren significativamente de los observados en el trimestre anterior, el último de 2009: retroceso en la producción industrial y también en la construcción (que el Plan E había aliviado durante los meses centrales de 2009). Tampoco los servicios han tirado hacia arriba (estancamiento del número de afiliados a la Seguridad Social en este sector). Desde el lado de la demanda, las cosas no despegan: crecimiento nulo en el comercio al por menor y, eso sí, un crecimiento del 3 por ciento en la venta de automóviles. Ventas que durante 2009 habían subido de forma extraordinaria a base de incentivos públicos.
El resumen de todo ello es fácil de expresar: el paro no cesa de crecer (un incremento en términos anuales del 10 por ciento del paro registrado inscrito en el Inem frente a un crecimiento del 11 por ciento en el mismo trimestre de 2009).
No sé si es a causa de este panorama, tan plano como desolador, o porque los gobiernos, en general, y éste en particular no son capaces de quedarse un rato quietecitos, el hecho es que Rodríguez Zapatero y sus ministros siguen anunciando cada día nuevas medidas... y a mí eso me produce miedo. ¿Por qué? Porque cada medida que se toma, cada acuerdo político que se pacta, cada reivindicación que se acepta genera, inexorablemente, más gasto público o menores ingresos y es por ahí, por el déficit público, por donde más rápidamente nos puede llegar la peste.
Tenemos a Grecia demasiado cerca como para no poner las barbas a remojar. No quisiera ser injusto, pero existe la impresión generalizada de que el Gobierno sólo espera a que escampe o, mejor dicho, a que otros (EEUU, Alemania... ) salgan de sus crisis y nos saquen a rastras de la nuestra, o que vengan todos los chinos de vacaciones a España o que cada uno de los hindúes se compre un Seat.
Está visto que pedirle a cualquier Gobierno que piense y actúe a largo plazo es lo mismo que intentar coger peras de un olmo. De esta guisa, me temo, nos quedaremos sin postre durante décadas.
Joaquín Leguina, estadístico.