Opinión

Editorial: Grecia: nada de cheques en blanco

El rescate de Grecia está preparado. Los países de la UE han acordado un paquete de préstamos por valor de hasta 30.000 millones a un tipo de interés que puede rondar el 5 por ciento. Una sustancial rebaja respecto al 7 por ciento pagado por Atenas que amenaza con conducir a los helenos a la quiebra.

El jueves pasado por la noche, los técnicos de los países de la UE acordaron este programa; de ahí probablemente la calma que se respiró el viernes sobre los parqués. Y ayer los dirigentes confirmaron que el barco de salvamento está siendo equipado. Pero este capítulo dista de ser el final de la historia. Quedan muchos párrafos por escribirse. La cuestión más inminente es si los helenos podrán evitar el trance de pedir la ayuda. Atenas ya ni siquiera se atreve a emitir abiertamente en el mercado, sino que negocia a puertas cerrada grandes emisiones sindicadas. Tiene que lograr una gran refinanciación en mayo. Si lo consigue, quizás pueda aguantar el resto del año.

Para ello, acude ahora a EEUU para atraer unos inversores que prefieren los bonos de naciones emergentes. La buena nueva es que este anuncio puede tener un efecto balsámico y lograr que los mercados desistan de poner presión sobre Grecia. Sin embargo, hay malas noticias. Todavía se deben negociar las condiciones; Atenas tiene que pedir el auxilio; y Alemania, con una elección regional a principios de mayo que puede trastocar la configuración de su Senado, aún tiene que aprobar el rescate. Sea como sea el acuerdo, la UE debe incluir en la letra pequeña la posibilidad de retirar la ayuda si Grecia no se comporta. No puede haber cheques en blanco.

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