Opinión

Fernando Fernández: Sin harina no hay mohína

Las cosas parecen ir aclarándose un poquito, aunque no necesariamente como nos gustaría. En el lado positivo está la recuperación americana que se afirma y fortalece tras los datos de paro y ventas al por menor. También me parece una buena noticia, aunque a muchos les parezca un exceso, que Grecia finalmente acudirá al FMI para ordenar su restructuración de la deuda. Es bueno que se imponga la racionalidad y la transparencia, se confronte la realidad y se asuman las consecuencias de los excesos pasados. Así se purgan los mercados y así se puede volver a crecer. Si hasta los propios griegos, como en las típicas crisis de países emergentes a las que estábamos acostumbrados, habían empezado a retirar depósitos del sistema bancario, un 5 por ciento del total en tres meses. Grecia está descubriendo, como hizo México en los 90 tras la firma del ALCA y su entrada en la OCDE, que la pertenencia a un club, por muy exquisito y restringido que éste sea, no inmuniza frente a todo tipo de riesgo, ni otorga patente de corso, ni regala credibilidad.

En el lado negativo, la advertencia de la OCDE sobre la ralentización de la recuperación europea, particularmente en Alemania, que se une a la evaluación que hace el FMI sobre la limitada capacidad de esa economía para ser la locomotora europea en la salida de la crisis y los datos sobre evolución del crédito publicados por el BCE que demuestran que la delicada situación del sistema financiero europeo constituye un pesado lastre. Más aún si la deuda europea sigue cotizando con diferenciales más propios de economías emergentes. El paternalismo económico, en forma de ajustes graduales y tardíos para suavizar las repercusiones políticas, es una rémora importante.

En España datos mixtos, un mal dato de paro y uno menos malo de producción industrial, mantienen a los seguidores de la décima fuertemente divididos sobre el crecimiento esperado en el primer trimestre del año. Una discusión tan apasionante como irrelevante porque lo noticioso es que, publicado por Funcas el consenso de los economistas españoles, la soledad del Gobierno es manifiesta. Sus previsiones de crecimiento y empleo están tan fuera de la mediana que podrían perfectamente calificarse de ruido blanco y eliminarse en un análisis econométrico. Lo que no tendría mayor importancia si su credibilidad no estuviese en discusión. Como podríamos ignorar por marginal el enésimo paquete de medidas económicas aprobado ayer por decreto, en esa chapuza ha quedado el Pacto de Zurbano una vez retransmitido en directo, si no fuera porque nuestros acreedores están esperando que les aclaremos cómo vamos a controlar el déficit, sanear el sistema financiero y volver a crecer. Habría que buscar mucho en las hemerotecas para encontrar un Gobierno tan activista en las formas -debe salir a una media de paquete al mes- y tan irrelevante en el contenido. Para ser justo hay dos medidas que sí tienen cierta importancia, pero en el mejor espíritu del presidente se contradicen entre sí. Es bueno para la solvencia del sistema financiero que las SIP, las fusiones frías de cajas, adopten la forma jurídica de bancos, con lo que se abre un camino para separara Obrar Social y negocio financiero. Es malo para la misma solvencia que el ICO dé créditos directamente y sin limitación alguna. Ya sabemos en qué acaba tanto diletantismo. Recordemos Grecia.

Fernando Fernández, IE Business School.

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