Opinión

Francisco Aranda: Medidas transversales y ETT

La crisis ha afectado y afecta de forma global al sector empresarial, quizás a unos más que a otros, pero sin que ello nos impida afirmar que el tejido productivo español afronta serias dificultades para mantener su actividad y su capital humano.

España ha reducido su número de empresas a niveles de hace cinco años. En concreto, desde que se inició la crisis, 127.000 empresas (sin contabilizar autónomos) han echado el cierre, traduciéndose en la reducción de 1,73 millones de efectivos en las plantillas, síntoma evidente de la descapitalización humana de nuestro tejido productivo.

No creo que se necesiten más evidencias para afirmar que hay que apoyar a las empresas españolas para actuar sobre el empleo y debería hacerse en todas sus dimensiones, no sólo a través de medidas dirigidas a sectores concretos, sino también de forma transversal. Las actuaciones deben concebirse desde la perspectiva de fomentar aquello que mejore el funcionamiento del mercado de trabajo y que beneficie a todas las empresas y a todos los trabajadores, sin que ello sea óbice de medidas de apoyo específicas hacia ciertos colectivos o sectores con mayores dificultades, pero que no pueden ser las únicas.

Las ETT son necesarias

Es en ese sentido, que la ampliación del papel de las ETT hacia la Agencia de Empleo, sin restricciones sectoriales, no debe ser considerada como una iniciativa que favorece sólo a ese sector, sino como una medida transversal de apoyo a la competitividad de las empresas y a la empleabilidad de los trabajadores.

Este sector ha demostrado, colocando a más de 9 millones de personas en todo el territorio europeo, su capacidad aquí y aún más en el resto de Europa, donde no tiene restricciones, de responder a las necesidades de flexibilidad justificada que requieren las empresas, en todos los sectores productivos en los que puede actuar, y ofrecer seguridad para todos los trabajadores a los que brinda oportunidades de empleo y formación con todas las garantías.

España socialmente no puede, ni debe, desperdiciar esta oportunidad de mejorar el funcionamiento de su mercado laboral y apostar decididamente por aprovechar los recursos y capacidades de las ETT para mejorar la calidad del empleo en general y especialmente la calidad del empleo temporal, tal y como ya lo ha hecho en el resto de Europa. Sólo nos queda pedir responsabilidad y ambición a aquellos en cuyas manos está el futuro de nuestro mercado de trabajo.

Francisco Aranda, presidente de la Asociación de Grandes Empresas de Trabajo Temporal (AGETT).

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