Contemplo entre atónito y escandalizado esta campaña televisiva en la que una serie de ciudadanos (anónimos unos, conocidísimos otros) proclaman que "esto sólo lo arreglamos entre todos".
En un país donde el paro oficial excede de 4 millones y el real se acerca a 5 millones, es de escarnio que gentes de diverso pelaje (algunas autodefinidas de progresistas) nos vengan con el mensaje entre baboso y melifluo de que el problema de la crisis, del paro, del negro futuro sea una cuestión de actitud. Que la solución sea enfrentarse al vacío con nuevas ideas y optimismo y, sobre todo, con buen rollo, es un escupitajo en la cara de quien nada tiene y nada puede. La inmensa mayoría de los españoles que no son ni estrellas de la televisión, ni atletas de elite, ni artistas conocidos de millonarios ingresos.
Aún existen (aunque ciertos progres ignoren) los trabajadores asalariados. Me refiero a esa chusma anónima y angustiada que llena oficinas, empresas y que depende no de su espíritu innovador, de su optimismo, sino de algo mucho más prosaico y directo: que existan empresas, fábricas y oficinas. Que exista trabajo. Trabajo que no se crea a golpe de buenismo.
Y la cosa alcanza niveles de coña marinera sideral, de insulto a la inteligencia y ofensa a quien lo padece cuando nos encontramos que esta campaña no es consecuencia de alguna mente tan primaria como bienintencionada.
No, tras ella se encuentran las más importantes empresas y bancos españoles. La crema y nata de las finanzas y la industria patria.
Así que quienes son los gestores de nuestra economía, esa misma banca que ha financiado la burbuja inmobiliaria, que amamantó a los emperadores de la especulación, ahora nos dice que debemos ser nosotros quienes resolvamos la papeleta, porque ellos se llaman Andana.
Y los progres a cobrar por la campaña. La madre que los parió a todos.
Javier Nart, abogado.