
Semana de continuidad en las inercias para Europa, que tomó vacaciones ante uno de los datos más importantes de los últimos tiempos y donde sobre todo llamó la atención el yen.
La semana pasada centré mis ideas en el comportamiento del euro/dólar y en el de la renta fija norteamericana, planteando las historias que podrían hacernos considerar como positiva para la renta variable la caída ambos.
Estos acontecimientos serían la expresión de la creciente sensación de regeneración que ofrece la economía norteamericana; en el primer caso para ruptura del paradigma rey en los últimos tiempos, y en el segundo para reforzar otro que ha venido estando más o menos intermitentemente instalado.
Estas cuestiones podrían ser el reflejo de una de esas historias que va para largo; y bien pudiera estar completamente relacionada con los sucesos que esta semana convulsionaron de nuevo en el mercado de divisas, esta vez con el yen japonés como protagonista.
Los acontecimientos que están sacudiendo a la curva de tipos norteamericana explicarían el cambio de paradigma bursátil. El dólar se fortalecería por las crecientes expectativas de aumento de tipos de interés que se vienen trasladando a la curva de tipos de mercado, gracias a un creciente número de datos positivos en torno a la primera economía mundial. Y eso está derivando las preferencias de los especuladores hacia un viejo conocido: el yen.
El combate que se estaría librando en el mercado de divisas sería de esos que hacen historia, siendo Japón el único país realmente encantado con la depreciación de su moneda. El euro sería probablemente el gran perdedor -dados sus problemas presupuestarios, y ahora también políticos por el giro que se percibe en la disposición de Alemania en relación con la unión monetaria, a tenor del tema griego-. Crecería la posibilidad de que el yuan chino irrumpa finalmente como nueva gran moneda dentro de un futuro orden monetario internacional que estaría en formación; y todo ello, alrededor del fortalecimiento de un dólar norteamericano que aprovecharía una economía que, por su flexibilidad, parece enviar señales de ser capaz de emerger cual Fénix una vez más. Qué envidia.
Habrá que seguir por tanto muy de cerca los acontecimientos de las divisas si queremos entender lo que puede pasar en los próximos meses en el mercado de valores, pues no son impermeables a las fuerzas que estructurarán el estado de las cosas.
El yen, de nuevo termómetro
De momento el mercado parece tenerlo claro: Estados Unidos a la cabeza. Y Japón, o al menos su bolsa, como posible gran beneficiado de un entorno de depreciación sostenida del yen; circunstancia además deseada por su banco central como arma con la que intentar combatir a la deflación al tiempo que ruge su maquinaria exportadora.
Obviamente, éste es un entorno netamente favorable para que se reproduzca el modelo de carry trade que vimos reinar en la segunda parte de la pasada década. Japón, con una moneda bajista y tipos de interés de facto inexistentes, es la operativa perfecta para los especuladores internacionales. Sin duda, en estas condiciones la divisa nipona puede recuperar su papel como factor de expresión del apetito inversor en el mercado.
Por el momento, como puede ver en el segundo de los gráficos, Tokio lidera a la renta variable en 2010 con una ruptura de resistencia creciente que conecta con el espectacular, y hasta el momento poco aprovechado, patrón en doble suelo confirmado a mediados de 2009. De hecho, cuando en marzo del pasado año le anticipé la vuelta al lado alcista de la tendencia en renta variable, Japón fue una de mis primeras apuestas. Y pese a las ganancias, sinceramente lo de 2009 me supo a poco. Con el mismo patrón, el Nasdaq le dio siete vueltas.
Japón se postula como una de las apuestas que pueden hacer brillar su cartera en 2010 -si cubre la divisa u opera con algún fondo que lo haga, claro está-; y como la savia nueva que va necesitando técnicamente el mercado para irse retroalimentando. El yen, por su parte, puede volver a funcionar como termómetro de la aversión al riesgo o del apetito inversor, llámelo como quiera, y eso sugiere un panorama alentador para los próximos meses.
Todo ello encaja perfectamente con el cierre mensual que le pedía al Nasdaq100 desde las últimas líneas de mi tribuna de la semana pasada. Como puede verse en el tercero de los gráficos superiores, el principal índice tecnológico ha pulverizado la vela potencialmente bajista de enero. Y eso, que refuerza a los toros, no era, a priori, lo más probable teóricamente.
El Ibex, por su parte, mantiene también su inercia: lateralidad. Y poco va a dar de sí la cosa mientras no batamos los 11.200 puntos.