Opinión

Martín Vivancos: Todos no somos iguales

La empresa Deutsche Telekom anunciaba recientemente que contará con un 30 por ciento de mujeres en la dirección de sus diferentes sedes mundiales a finales de 2015. Según palabras de su máximo responsable, ayudará a trabajar mejor. De nuevo se pone al descubierto que a pesar de los numerosos avances, seguimos siendo una sociedad que aún tiene asignaturas pendientes en cuanto a igualdad se refiere. La firma mostró la conveniencia económica de establecer una cuota femenina, ya que los estudios confirman que las compañías con un porcentaje más alto de mujeres obtienen mejores resultados y son más fiables.

Entonces, ¿por qué se sigue ignorando al 51 por ciento del talento de nuestro país? ¿Cómo pueden existir diferencias retributivas de entre un 15 por ciento y un 23 por ciento respecto a sus homónimos masculinos? ¿Cómo se puede mantener ese techo de cristal que impide y limita el acceso a determinados puestos de responsabilidad directiva?

Seguimos manifestando el desconocimiento que tenemos de nosotros mismos, de nuestra especie, de nuestro género y, cómo no, del femenino. Unas diferencias que no están para ser discriminadas, sino para ser utilizadas y aprovechadas con objeto de mejorar la efectividad y la eficiencia empresarial. En este sentido, las empresas deben entender que la diversidad incrementa el potencial de una organización. Una mujer que aporta un marco de valores y motivaciones vinculadas a la preocupación por lo estético, por la preservación del medio ambiente, por la mejora de la sociedad, por la colaboración y la empatía. Estos drivers femeninos tendrían una estrecha vinculación en el ámbito empresarial con el cuidado diseño del pack de un producto o la presentación de un servicio, con la tendencia al green marketing de numerosas organizaciones, con el desarrollo de políticas de Responsabilidad Social Corporativa, con el empowerment y la potenciación del trabajo en equipo y la cooperación transversal entre departamentos o unidades operativas de negocio, y con la oferta de productos y servicios con una auténtica inspiración basada en el cliente.

En unos momentos orientados a la optimización de recursos y a la maximización de la eficiencia, se evidencia la ausencia de una gestión del talento organizativo. La no consideración de que hombres y mujeres tienen marcos de referencia y estrategias de actuación distintas impide la complementariedad y un enriquecimiento sumativo del equipo y del talento de una empresa.

Ni mejores, ni peores: diferentes. Parecidos no quiere decir iguales. Por eso la mujer no se merece sólo la igualdad en el entorno laboral, sino algo más: la equidad. Retribución y oportunidades en función de aportación. Ello, en beneficio de todos y todas. Porque ciertamente todos no somos iguales. Cuándo nos daremos cuenta de que no es una cuestión de género, es una cuestión de competencias.

Martín Vivancos, profesor de EADA.

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