El gobernador del Banco de España hizo sonar con fuerza los tambores de intervención y al presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, el acuerdo de fusión entre Caixanova y Caixa Galicia le sonó a música celestial. Lograba consumar su proyecto de una gran caja gallega, pese a las reticencias de Caixanova , mucho más saneada aunque de menor tamaño que su futura compañera de viaje.
Pero a Feijóo la alegría le ha durado escasamente un día. La entidad que preside Fernández Gayoso no se plegará sin más a los intereses del Ejecutivo gallego y busca más alternativas negociando con Banca Cívica y Cajastur. La caja viguesa refuerza así la coherencia de su actitud previa al acuerdo de integración y, más importante, antepone la lógica empresarial a los intereses políticos. Demuestra que no es una marioneta.