El regateo en las oficinas de los bancos y cajas aflora mejoras en las ofertas que vienen de serie para captar depósitos , según un trabajo de campo de elEconomista. La lucha se basa en el temor a que la clientela opte por la competencia -sobre todo en algunas debilitadas cajas- y en los deseos de crecer de las entidades financieras. Pero no hay que engañarse: se trata de una guerra defensiva, de fragor relativo y dosificado.
Cerrar muchas operaciones a un goloso interés destroza los márgenes, un lujo que las entidades no se pueden permitir, menos en una delicada coyuntura. Y mientras dure el río revuelto, el que tiene cancha es el cliente, que debe batallar duramente por la mejor oferta... con todos los tanques; es decir, no quedándose en el menudeo de las comisiones y apostando por la mayor rentabilidad.