El ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, baraja dejar el Gobierno en junio, tras la Presidencia española de la UE, para regresar a la política catalana. Salió de su alcaldía de L'Hospitalet en 2008, tras una buena gestión en materia inmigratoria.
Pero le ha tocado bregar con uno de los más duros huesos de esta crisis: el creciente desempleo. Por tanto, ha sido un útil escudo para el presidente Zapatero y se suma ahora a ese grupo de figuras que el jefe del Ejecutivo desgasta mientras saca brillo a su propio escaparate.
El paro y las desavenencias con Salgado han hecho algo más incómodo su cargo en los últimos tiempos. Corbacho puede volver a Cataluña y retomar su carrera en las filas de Montilla. A su sucesor le queda lidiar con la ya ineludible reforma laboral que precisa España.