La fusión entre Iberia y British despega teniendo un claro objetivo comercial. No se trata de sumar plantillas y crear una nueva marca. Esta alianza light permite a Iberia mantener sus principales fortalezas. Retiene el control de la T-4, que se convertirá en un centro de operaciones imprescindible para conectar Europa con Latinoamérica. Esta joya se quedará en el país.
Ninguna de las dos compañías quiere perder esa ascendencia en sus respectivos mercados. Con independencia de cuál sea la ecuación de canje, la dirección continuará siendo paritaria. Y los directivos españoles argumentan que los mejores gestores ganarán influencia. El resultado es una compañía más competitiva y con sinergias. Pero la cuestión es qué sucederá con estas complicadas estructuras si se suma American Airlines.