Opinión

Juan Ramón Caridad: ¿Culpables o no de la especulación con deuda gubernamental?

Decía Alejandro Sanz en una de sus famosas canciones que "no es lo mismo ser que estar" y que "no es lo mismo estar que quedarse, ¡qué va!". Pues bien, tampoco es lo mismo CDO (Collateralized Debt Obligation) que CDS (Credit Default Swap), ni hedge fund implica fraude colosal. ¡Ni hablar! Sencillamente, no es lo mismo (pónganle la entonación, si se saben la canción).

Tras el caso griego, los ahora temidos CDS han sido situados en el punto de mira por parte de políticos y de ciertos reguladores hasta considerarlos sospechosos de llevar a la economía helena al borde de la quiebra. Son también presuntos cómplices de las tensiones que sufren portugueses, irlandeses y españoles, y ya se han abierto las diligencias pertinentes.

Además tienen un nombre con tres letras (como los CDO, ABS y demás combinaciones que nada bueno han traído últimamente); suenan raro y los utilizan con frecuencia muchos hedge fund. Vamos, lo tienen todo para sufrir un linchamiento político-mediático.

El despropósito es importante y preocupante. Exagerando un poco, la situación es asimilable a echarle la culpa de la fiebre del niño al termómetro y argumentarlo diciendo que al ver un crío que tiene fiebre, se acalora más y le sube todavía más la temperatura. Por poder, todo puede llegar a ser argumentable, pero siguiendo con la canción, "no es lo mismo".

Mientras que un CDO es un conglomerado de préstamos con distintos niveles de rentabilidad esperada, liquidez y distintas garantías, un CDS podría ser asimilable a algo tan simple como un seguro. ¿Un seguro como el de su casa o el de salud? Sí, exacto. Uno se puede recrear con anglicismos para definirlo, pero en la práctica no es más que un producto en el que alguien cobra una prima a cambio de que, si se produce un suceso -la quiebra de un bono- te devuelvan un dinero.

Como todos los seguros, el cálculo de primas e indemnizaciones tiene su complejidad pero "es lo mismo". No parece entonces un producto que merezca ser etiquetado como ántrax financiero. ¿Por qué dicen, entonces, que los inversores profesionales lo utilizan como instrumento de especulación?

CDS griegos

Cuando nadie sospechaba que algún Gobierno podía tener problemas para pagar sus deudas, estos seguros eran baratos (el CDS griego no superaba los 100 puntos en noviembre del año pasado) y había muchos bancos dispuestos vender esos seguros por poco dinero.

Según se empezó a hacer público el problema, estos seguros eran cada vez más y más caros. El CDS de Grecia se disparó a mediados de febrero de este año para situarse en niveles de 700 puntos. Lógicamente, cuando desde Atenas se confirman los malos augurios, el valor de esos primeros seguros se dispara y, con ello, la rentabilidad de los que los compraron. ¿Es culpa del valor de los seguros que Grecia tenga problemas?

¿Por qué genera tanta cumbre bilateral la evolución de los CDS? Que el CDS se dispare molesta a los gobiernos porque suele ser antesala de algo más grave: el incremento del coste de la deuda.

Si cada vez hay más gente que quiere comprar seguros contra la quiebra de un país, es lógico pensar que aquellos que estén todavía dispuestos en ese momento a seguir prestando a ese Gobierno en apuros, lo hagan a un mayor tipo de interés. Hasta aquí, todo parece de sentido común. ¿Se podría defender una teoría de la conspiración en la que artificialmente se sube el CDS para crear pánico en el coste de la deuda de un país? La duda es equivalente a cuestionarse si antes es el huevo o la gallina, y parece poco fundada.

CDS, margen de maniobra

El CDS en situaciones de crisis es más líquido y está menos intervenido que la emisión de bonos gubernamentales. No obstante, lo más interesante es que, aunque tras juicio sumarísimo los CDS resultaran culpables de manipulación, prohibirlos haría bueno el dicho popular de que es peor el remedio que la enfermedad.

Pensar que sin CDS desaparece el pánico del mercado es indefendible. Cuando tienes bonos griegos o de cualquier país, los CDS te permiten cubrir el riesgo sin tener que vender la mencionada deuda gubernamental.

¿Se imaginan lo que pasaría si las entidades no tienen un instrumento con el que cubrirse? Lo venderían todo y entonces el coste de la deuda sí que sería colosal y crecería de verdad. Equiparar el famoso ataque de George Soros a la libra con el caso del CDS griego es ver fantasmas.

CDS sin limitaciones

Generalizando un poco más, cabe preguntarse lo siguiente. ¿Son culpables inversores como Paulson o Haywood por haber anticipado la crisis crediticia subprime comprando seguros en el año 2006? ¿Habría que obligarles a comprar créditos basura para poder dejarles invertir en seguros sobre ellos? No tiene sentido. Limitar los CDS a simple instrumento de cobertura parece poco razonable.

En un juego de suma cero, donde las entidades se venden unas a otras seguros y donde se hace entre profesionales; prohibir los CDS, salvo que tengas un bono en problemas, no es una solución real.

¿Se imaginan que para que se nos dejaran hacer una quiniela un domingo nos obligaran a tener en propiedad un equipo de fútbol? Es cierto que si todo el mundo apuesta por el equipo de casa, es probable que éste gane, y puede que el visitante dude de sus opciones al sentirse poco valorado por el respetable, pero tanto como para condicionar totalmente el resultado parece excesivo, sobre todo si el partido dura más de 90 minutos.

Habrá que tratar de incrementar la transparencia del mercado y crear cámaras de negociación donde se vea quién y cuánto compra cada entidad. Eso evitará que alguna entidad asuma demasiado riesgo y pueda quebrar. Hasta aquí, perfecto. Pero cargarse uno de los instrumentos más líquidos y útiles para redistribuir el riesgo en un mercado globalizado es un error que no nos podemos permitir. Los CDS son inocentes.

Juan Ramón Caridad, Socio de Atlas Capital y responsable de Swiss&Global Iberia.

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