Opinión

Julio Anguita: Los sacerdotes de la manipulación III

Las declaraciones del ministro de Trabajo sobra la conveniencia de que la ciudadanía comenzase a valorar la conveniencia de apuntarse a un fondo privado de pensiones tiene más alcance de lo que han dado unos días de titulares y polémicas. Reflexionemos.

De las palabras del señor Corbacho deducimos, sin retorcimiento alguno de sus palabras, que el paro no sólo no va a disminuir, sino que continuará creciendo; es decir, la posible y futura aportación de los trabajadores actualmente en paro y de los empresarios al fondo de pensiones no se contempla en absoluto.

A partir de la implícita asunción de esta tragedia, lo demás va de suyo. La pregunta que surge es obvia: ¿cómo va a poderse sostener un fondo de pensiones cada vez más mermado, habida cuenta de que hay una resistencia numantina por parte del Gobierno a contemplar la posibilidad de que los Presupuestos Generales del Estado sostengan esta obligación constitucional?

La respuesta ya la están dando los voceros oficiales y oficiosos de la posición favorable a privatizar los fondos de pensiones: los déficits son los responsables del paro y en consecuencia lo inmediato, lo prioritario, es reducirlos. Esta posición es intrínsecamente falaz, ya que es el paro el que influye en los déficits y no al revés.

Pero las palabras del ministro contienen algo más que la renuncia a desarrollar los mandatos constitucionales.

Hace escasamente un año, desde sectores de la banca se lanzó la idea de que los fondos de la Seguridad Social podrían ser administrados por entidades capaces de "rentabilizar al máximo esas cantidades". La voracidad de estos culpables de la crisis ya tiene quien se encargue de legitimarla.

¿Quiénes podrán deducir de sus exiguos y aleatorios ingresos una cantidad mensual para esos fondos privados? Aparece una visión de las pensiones estatales desde la exclusiva óptica de la beneficencia pública.

Julio Anguita, ex coordinador general de IU.

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