El presidente de la patronal de las cajas de ahorros, Juan Ramón Quintás, continúa con la pretensión de dejar un heredero en su sillón de la CECA. En un momento crítico para el sector, su representante debería reunir el consenso de las cajas. No sería beneficioso contar con alguien al frente que carece de respaldo, máxime cuando ya hay un grupo que apoya al presidente de La Caixa, Isidre Fainé.
Después de haber defendido durante demasiado tiempo la fortaleza del sector y haberse enfrentado frontalmente con el Gobierno, Quintás debería irse con humildad. Su gestión no ha sido la mejor. El candidato que propone, Amado Franco, sólo sale perjudicado por su dedazo. El presidente de Ibercaja es un buen aspirante que debería buscar la legitimidad, y no un dedo que lo ponga en evidencia.