De acuerdo a los últimos datos del Ministerio de Medio Ambiente, Rural y Marino, España emitió en 2008 un total de 405.048 kilotoneladas de CO2, lo que supuso un 7,7 por ciento menos con respecto al año anterior y situó al país en un 39,8 por ciento por encima de las emisiones de 1990, año base del Protocolo de Kioto. Hasta ahí las cifras parecen por fin dar buenas noticias en las tendencias de emisión de nuestro país.
Lo que resulta llamativo es que el Ministerio atribuya ese descenso de emisiones a una "mejora de la intensidad energética" y a "un cambio en el mix de producción de energía", con un "claro incremento de las renovables" y una "disminución del uso del carbón". A estas alturas del partido, parece que todavía algunos responsables gubernamentales se niegan a reconocer que hay crisis económica.
Era evidente que nuestra caída del PIB iba a suponer un descenso de emisiones, pero no sabíamos cuál sería su magnitud. Las buenas noticias son que es más alta la caída de emisiones (-8 por ciento) que la del PIB (-3,6), lo que permite estimar a futuro un desacople entre estas dos variables; pero de ahí a concluir que la caída es independiente de la crisis económica, hay un largo trecho. ¿Cómo puede afirmarse que el modelo productivo cambia de un año para otro?
Ningún economista serio va a aceptar esa interpretación tan simplista. La única deducción razonable es que estamos sumidos en una crisis de producción y consumo y eso supone, entre otras cosas, una bajada de emisiones.
Algunos datos para confirmarlo: según la patronal de la fabricación de cemento, una de las industrias con mayor tasa de emisiones, la caída de la producción acumulada entre 2009 y 2008 es de algo más del 30 por ciento, casi tres veces superior a la de emisiones. El índice general de producción industrial (datos del INE) ha caído en 2009 un 16 por ciento en promedio anual. La cifra sube al 27 por ciento si tomamos los bienes de consumo duraderos, y al 23 para los bienes de equipo. Según la misma fuente, la reducción de la producción energética es del 9 por ciento.
No atosigo más al lector con cifras. Sólo un resumen: emitimos menos, pero no porque consumamos más energías de baja emisión, sino porque producimos (y consumimos) menos. No son buenas noticias. Pese a la caída, seguimos estando muy por encima de los compromisos de Kyoto -en concreto, un 35 por ciento-, lo que supondrá, al precio actual de los derechos de emisión, desembolsar una cantidad próxima a los 3.300 millones de euros a partir de 2012. Tampoco son buenas noticias.
Emilio Chuvieco, catedrático de la universidad de Alcalá. Fundación Ciudadanía y Valores.