Un apagón en Cataluña ha puesto de manifiesto la lentitud de la Generalitat para aprobar inversiones en redes de distribución y transporte. Más de 200.000 usuarios se quedaron sin suministro eléctrico, cifra que hubiera sido menor de estar en marcha la interconexión con Francia. Es lamentable que una climatología adversa desvele tamañas debilidades.
Las fuentes oficiales achacan el incidente a una tesitura climatológica singularmente adversa y poco común, pero lo cierto es, por un lado, que no puede ser que las eléctricas no tengan incentivos para invertir más allá de la cuota que el Gobierno les atribuya y, por otro, que gran culpa la tienen un exceso de regulación regional que ha de acotarse y un inopinado afán ecologista de políticos que dan la espalda a las autorizaciones inversoras necesarias.