¿Debe el Estado proteger a las empresas para que continúen siendo españolas? La cuestión no es baladí. Esta semana, el grupo Ebro, que preside Antonio Hernández Callejas, ha vendido Puleva al francés Lactalis, que en España comercializa las marcas Président y Lauki, por 630 millones. La medida ha provocado los celos de las empresas del sector lácteo que, naturalmente, se habían mostrado interesadas, tales como Central Lechera Asturiana o Leche Pascual. El presidente de esta última, Tomás Pascual, puso el grito en el cielo. "Se ha perdido la oportunidad de crear un gigante español", dijo como reproche. Su mensaje, probablemente, fue dirigido a la ministra de Agricultura (ahora llamada de Medio Ambiente, Rural y Marino), Elena Espinosa, quien presionó sin éxito para evitar la operación de venta a la francesa.
Me pregunto: si Pascual fuera propietario del grupo Ebro Puleva, ¿hubiera sido de la misma opinión? No creo que los accionistas pequeños ni grandes acepten que se venda a un precio inferior al del mejor postor por un asunto político. ¿Quién pagaría la diferencia? ¿La ministra de Agricultura? Si Pascual quería adquirir Puleva, debería haber puesto más dinero sobre la mesa. Así, dejó pasar la oportunidad de construir un gran grupo nacional. Pero la culpa no es de Espinosa, es del empresario, que carece de estrategia acertada.
El asunto Puleva es anecdótico comparado con la lucha encarnizada que se está produciendo entre las grandes empresas partidarias o no de suprimir los límites sobre los derechos de voto en las empresas cotizadas. Como se cuenta hoy en elEconomista, la batalla más enconada la están viviendo entre las empresas familiares.
El Instituto de la Empresa Familiar dio esta semana una rueda de prensa en la que abogó por alargar la vida laboral, pero eludió pronunciarse sobre el asunto de los blindajes. Parece que la opinión de los March, propietarios de ACS, es contraria a la de otros grupos, como Barceló, que ejerce la presidencia del Instituto. Por eso, el voto de CiU, que será determinante, está tan disputado en estos momentos.
En el PP, las armas están en alto, entre María Dolores de Cospedal y Mariano Rajoy, partidarios de suprimirlos, y su propio portavoz económico, Cristóbal Montoro.
Ni La Caixa, socios de Florentino Pérez, tiene las cosas claras. La supresión de los blindajes desnudaría a Repsol, que podría quedar a merced del presidente de Sacyr, Luis del Rivero. Pero la petrolera posee un tercio de Gas Natural, donde Del Rivero extendería sus tentáculos si tomara el control.
O qué decir de Telefónica, nuestra gran empresa nacional. La capacidad financiera de los chinos de Unicom para tomar un paquete significativo abre la posibilidad de que ésta sea asiática en unos años. La medida redibujaría el mapa empresarial español o, por lo menos, sus equilibrios de poder actuales.
Su calado es tal, que no se quiso introducir en la Ley de Presupuestos, porque en plena batalla por la entrada de los rusos en Repsol, a Miguel Sebastián le dio miedo que la prensa interpretara que cedía el control de la petrolera. Lo peor es que ahora se intenta introducir de manera heterodoxa. Pocos tienen duda de que fueron García Ferreras y David Taguas quienes han influido en Zapatero para sacarla adelante. Florentino Pérez está dispuesto a desprenderse de la mitad de su paquete de acciones en Abertis (tiene alrededor del 25 por ciento de la sociedad) para obtener liquidez suficiente a fin de ejecutar el asalto definitivo a la eléctrica de Ignacio Sánchez Galán.
En Iberdrola han ganado la primera batalla, pero no la guerra. La BBK, propietaria del 7 por ciento de la eléctrica vasca, se ha pasado con armas y bagajes al lado de Sánchez Galán. Hasta el lehendakari, Patxi López, se ha desmarcado de la opinión de su partido e intenta influir sobre Zapatero. Florentino Pérez ha perdido una baza, pero aún guarda otras. Los de EDF siguen siendo tentados para la aventura española. El problema es que en lugar de organizar un buen debate con pros y contras sobre la normativa, aquí todo se dirime en una lucha de poder y de influencias políticas con nombre y apellidos.