Opinión

Andrés Seco: Energía en propuestas del Gobierno: muchas pérdidas, pocas redes

El Gobierno ha comenzado este mes de marzo lanzando una batería de propuestas que debieran de ayudar a la recuperación del crecimiento económico. Son 55 las medidas planteadas, de las cuales, cuatro -más un anexo- afectan a la energía. Sobre ésta, la energía, hay consenso general en que jugará un papel protagonista en la salida de la crisis. Incluso puede ser seleccionada, como ya hace la Administración estadounidense de Barack Obama, para crear empleos cualificados y renovar las infraestructuras.

En el documento se hace mucho énfasis en la electricidad y, sobre todo, en su producción. Y si se analiza el anexo del mix, se advierte una señal de peligro, que tiene que ver con la eficiencia energética y, en definitiva, con la competitividad de la economía. Veámoslo, de menos a más.

La energía tendrá una influencia directa en el cómo salgamos de esta crisis. Es inherente al ser humano sufrir crisis y superarlas. La crisis no es un estado permanente, sino transitorio. Saldremos de ésta, como de todas.

Lo fundamental es el cuándo y también el cómo: ¿cómo será España, nuestro tejido productivo, nuestra economía? Para tener las mayores posibilidades de éxito, hemos de conseguir que la energía no sea un cuello de botella. Es previsible que el período posterior de crecimiento y consolidación lleve consigo un tirón al alza de la demanda de energías (combustibles, gas natural, electricidad?).

Tres elementos imprescindibles

Hemos de estar preparados para ello, a tres niveles: primero, en el origen, con una cartera de aprovisionamiento diversificada, en fuentes de energía y en países productores; segundo, en las redes, manteniendo el esfuerzo inversor en nuevas y en adaptar las existentes; y tercero, en los consumidores, dotándoles de herramientas y tecnología que les permita conocer hábitos y gestionar compras.

Desde pequeños sabemos que la energía ni se crea ni se destruye; se transforma. Hay quien dice que más bien, se negocia. El caso es que no toda la energía que se crea o que se compra acaba siendo consumida.

De toda la energía primaria que se inyecta en nuestro sistema, sea cual sea su origen, hay una parte que se pierde antes de llegar a los consumidores finales. Estas pérdidas se producen al transformar la energía y, sobre todo, al transportarla y distribuirla. Por tanto, la energía final (consumida) es igual a la energía primaria (comprada) menos las pérdidas (transformación y redes).

Energía: pérdidas del 50%

Pues bien, si observamos el balance energético del anexo del mix, más importante que los pesos de cada fuente, es la relación entre la energía primaria comprada y la energía final consumida. Para salir de la crisis, recuperar el crecimiento y crear empleos, el Gobierno está estimando que la próxima década -entre 2009 y 2020-, España necesitará comprar 200 unidades de energía primaria por cada 100 unidades de energía final consumida (entre 2009 y 2020, el consumo final de energía se incrementa en 3.249 ktep; la energía perdida, en 3.010 ktep).

Del incremento de energía comprada en la próxima década, perderemos la mitad. O dicho de otra manera, habremos de comprar dos unidades de energía para consumir una. En 2009, de 100 unidades compradas, perdimos 25. Según lo reflejado en el anexo, la próxima década, no sólo no mejoraremos la eficiencia actual, sino que la empeoraremos.

Electricidad: pérdidas del 40%

Y si nos fijamos en el balance eléctrico, las cifras no son más alentadoras: las pérdidas en las redes de transporte y distribución aumentarán un 40% la próxima década, mientras que el consumo de electricidad sólo lo hace en un 20% (entre 2009 y 2020, las pérdidas de transporte y distribución -producción neta/demanda final- pasan de 43,9 TWh a 61,7 TWh). El incremento de las pérdidas se come toda la eólica marina y la mitad de la biomasa. Algo no cuadra en el balance y en las propuestas energéticas.

Estamos a tiempo de reflexionar sobre este anexo y sobre las cuatro propuestas explícitas del documento, para que realmente ganemos en eficiencia y, por tanto, en competitividad. Quizá sea interesante fijarnos no sólo en la producción de electricidad, sino también en las redes de suministro y en los equipamientos de los consumidores, para conseguir un pacto.

Y si fuera posible, incluir en el mismo las interconexiones internacionales o el papel de España en el mercado de gas europeo.

Andrés Seco, director para España de KEMA, asesores energéticos de la Administración Obama.

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