Unos datos de crecimiento peores de lo previsto por el Gobierno griego han bastado para colmar la paciencia alemana. En un país donde la disciplina fiscal es valorada por los votantes, no son de recibo las alegrías helenas, sobre todo cuando los teutones tienen una edad de jubilación aumentada hasta los 67 años, y la de los griegos ronda sólo los 61. Normal que las manifestaciones griegas no se vean bien en las teles germanas. Y eso explica el giro que ha dado la UE tras haber afirmado que incluso orquestaría un salvamento. Ahora Berlín da un paso atrás, se ofrece a asesorar a Atenas... pero ni un euro. No quieren que el ejemplo heleno cunda y luego el país por rescatar sea de un tamaño insoportable. Apliquémonos el cuento. Al final, la severa intervención del FMI será el palo con el que justamente se amenace a Grecia.
