Los líos en el Gobierno, lejos de calmarse, se enredan cada día más. La vicepresidenta primera, María Teresa Fernández de la Vega, tuvo una bronca monumental con otra de las vices, Elena Salgado, a cuenta del anuncio de la posible congelación del sueldo de los funcionarios. La mención fue hecha por el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, después de una reunión preparatoria sobre los ajustes en el gasto a la que asistió Salgado.
Me cuesta mucho creer que la vicepresidenta económica apoyara esta tesis, ya que fue ella quien impulsó la última subida por encima del 3 por ciento del salario de los funcionarios cuando estaba al frente de Administraciones Públicas. Lo más probable es que ni se enterara del alcance del debate, dado su escaso conocimiento de la materia.
Sea como fuere, el asunto es que todo ha concluido con el relevo de Nieves Goicoechea al frente de la Secretaría de Estado de Comunicación. Goicoechea tampoco se percató de la enjundia del anuncio, como es natural. Tardó más de 24 horas en desmentirlo.
¡Alguien tenía que pagar los platos rotos! Pero que no se rasguen ahora las vestiduras algunos. Esto ocurre por tener al frente de la Secretaría de Estado de Comunicación a una persona cuyo currículum no se ajustaba a las expectativas del puesto. Goicoechea solía confesar que ella no tenía ni idea de economía.
Ya les dije hace unas semanas que el problema de comunicación de este Gobierno es que no sabe valorar ni la importancia ni el alcance de los asuntos económicos. Los medios de información sobre economía somos frecuentemente discriminados en favor de otros más afines ideológicamente, pero cuya credibilidad dentro, y no digamos ya fuera de nuestras fronteras, es casi inexistente.
Si el Gobierno quiere mejorar su imagen externa, lo primero que debería hacer es convencer a los editores de los periódicos económicos -donde escriben los más sesudos expertos del país- de sus bondades. El incienso que reparte en otros sitios es una pérdida de tiempo.
El sustituto de Nieves Goicoechea, el ex director de Público, Félix Monteira, es un periodista económico que estuvo al frente de Cinco Días. Un profesional serio y muy respetado en su sector.
Ya sé que detrás de este nombramiento subyace el ascenso de los hombres de Jaume Roures frente a los del grupo Prisa, donde trabajaba Goicoechea, pero es justo dar al César lo que es del César. Ahora, sólo cabe esperar que Monteira corrija la política de sectarismo informativo que se ha practicado en ocasiones. Si es así, en elEconomista siempre tendrá un medio leal.
Más allá de los juegos de florete que abundan entre los miembros del Gabinete de Zapatero, es penoso comprobar que este enfrentamiento se ha producido por intentar evitar que los sindicatos y los funcionarios se enojen. De la Vega anunció recortes entre los altos cargos de las empresas públicas, pero sigue sin reducir la pesada estructura de la Administración Pública.
Los ajustes que se acometen por acá o por allá son artificiosos, dejan intacta la maquinaria del gasto. Desde luego, son insuficientes para devolver el déficit público a niveles del 3 por ciento en 2013. Y menos aún si se quiere recuperar la confianza perdida por los inversores extranjeros en España.
Zapatero ha logrado eludir el primer zarpazo de los mercados financieros a cuenta del incremento de la deuda española. La bolsa ha retomado la senda alcista esta semana, gracias al esfuerzo del primer ministro griego, Georgios Papandreu, por meter en vereda a la economía de su país.
Un día después de que Papandreu anunciara un draconiano ajuste en el salario de los funcionarios públicos y un aumento de los impuestos, Grecia logró suscribir sin problemas una macroemisión de bonos de deuda por 5.000 millones.
De la Vega, Salgado, o ambas tienen ahí un buen ejemplo de cómo lograr convencer a los mercados. Los líos en el Ejecutivo y la política de paños calientes no sirven más que para dilatar y agrandar el ajuste que habrá que acometer. Cuando las barbas de tu vecino veas pelar...
