Vivimos tiempos revueltos, en los que la semántica (el estudio del significado de las palabras) ya no tiene importancia, y por eso a los errores de comunicación, entendimiento, e incluso conflictos diplomáticos se les denomina ahora: semánticos.
En este país, en el que las palabras significan una cosa y su contraria, porque lo de menos es lo que significan, estamos llegando al mayor de los surrealismos. La crisis económica y económica era "desaceleración acelerada", la recesión "un ahondamiento en la fuerte desaceleración", al paro se le denomina "ajuste", a la inversión en la construcción de toda la vida, ahora se le llama "edificación" -forma cursi y progre de querer decir lo que no es, para que parezca otra cosa-, a la brutal sangría del paro masculino, se le denomina "igualdad en el desempleo" (y según la secretaria general de Empleo, Maravillas Rojo, hay que alegrarse), a la contracción del PIB se le llama "inercia de la crisis en tasa interanual" y así un largo etcetéra. Y esto sólo en materia económica; en otras asignaturas la cosa también es para nota.
Y en rste lío estamos zambullidos, con 82.000 parados más en febrero, que son acumulativos, pero con brotes verdes, ahogados en las lluvias y nieves de un invierno empeñado en quitar la razón a los expertos dimitidos y cesados del cambio climático.
Es todo un despropósito, una falta de rigor, una falta de prudencia y del mínimo decoro político que no nos merecemos. El presidente del Ejecutivo, José Luis Rodríguez Zapatero, anda desaparecido en combate. La atención mediática se ha derivado hacia la Comisión Económica para no negociar nada que no supiéramos.
Y mientras, el Banco de España dice que duda de la solidez económica, las cajas siguen sin reestructurarse, la patronal a por uvas, los sindicatos de fiesta y el país cada vez peor.
Pero eso, que no lo parezca: I Need Spain?.
Pilar G. de la Granja, directora de Internacional de Intereconomía Televisión.