
Más pérdidas para la renta variable, especialmente intensas en el mercado español una vez más,
que van acercando a los índices a donde pueden ofrecer oportunidades.
Estaba finalizando esta semana los textos para el curso online de iniciación a la bolsa que hemos preparado en Bolságora para la Escuela de inversión online de elEconomista.es, y me decía a mí mismo que de esto realmente no se sabe nunca porque nunca uno puede tener control de sí mismo por completo. Como en todas las circunstancias de la vida en las que hay un mínimo de trascendencia, estamos situados en frente de algo que es un arte.
Fernando Savater, en El valor de elegir, define arte como la destreza en un determinado ámbito práctico, cuyos principios básicos pueden aprenderse -y por tanto enseñarse-, mientras sus más elevados niveles de excelencia carecen de reglas precisas. Arte es aquella habilidad que, aprendida, aún no se domina del todo y admite grados muy diversos en el acierto con que se desempeña. Por tanto, advierte el pensador vasco, que cualquier arte consiste en discernir entre las diferentes formas de actuar.
Así, la actitud va a tener un papel fundamental en el éxito o fracaso en cualquier actividad que podamos considerar un arte. Y para tener la actitud adecuada parece necesario tener la cabeza fría, amén del corazón caliente. Tener la cabeza fría cuando especulamos/invertimos técnicamente nos pide que analicemos los hechos comparándolos con lo que esperábamos a priori. He venido comentándole en los últimos tiempos que el exceso de optimismo complicaba el desarrollo de una quinta subonda desde los mínimos de marzo. La pérdida de soportes me condenaba a bailar eso que he llamado el reaguetton de las siete viejas, un movimiento bajista que entiendo parte del proceso consolidativo iniciado en los meses de septiembre/octubre para el mercado español y la eurozona; dentro de una tendencia alcista mayor.
La caída resultaba más o menos necesaria para despejar el camino de las incertidumbres técnicas que habían acompañado al último intento de ruptura alcista. Y muchas veces, cuestión de las leyes del sentimiento contrario, para despejar el camino por técnico tiene que complicarse con incertidumbres más mundanas; por llamarlas de algún modo.
¿Hay que ser optimista?
El exceso de optimismo sólo se soluciona con una corrección y un buen número de acontecimientos que hagan, que aquellos que eran irreductiblemente alcistas en la cresta de la ola, ya no lo tengan tan claro en zona de soportes. Así, la fuerte corrección de la semana pasada supuso una de las contracciones más significativas de las últimas dos décadas en el porcentaje de alcistas, según la encuesta de Investors Intelligence; lo que unido al repunte de los bajistas la llevó hasta niveles de mínimos de noviembre, nivel previo al último rally alcista del mercado. Zona de soporte.
Por su parte, la encuesta de la American Association of Individual Investors mostró cómo el convencimiento de los alcistas cayó hasta el nivel más bajo registrado por ésta desde principios de noviembre. Como en el caso de la encuesta de Investors Intelligence, la mayor parte de los disidentes pasó al bando neutral, el que espera corrección, pero sigue considerando que el alza de fondo se mantiene. Lo que un servidor a priori.
Este grupo de inversores mantiene niveles anormalmente altos desde hace meses, y me cuesta pensar en que vayamos a ver un auténtico mercado bajista sin que haya una parte de ellos que caiga también en el contagio general. Somos como moscas a la miel.
Sería perfecto que los datos que se harán públicos durante la próxima semana remen en la misma dirección y supongan otra vuelta de tuerca. Eso y la verticalidad incontestable de los últimos descensos -circunstancia que favorece una rápida sobreventa en gráfico diario- podrían ser elementos que jugasen muy en favor de mi idea.
De ser así, y pese a los preocupantes patrones que sí pueden verse en algunos gigantes europeos -especialmente en nuestro Ibex 35-, la idea debería ser la de mantener la mente fría y no dejarnos turbar por las sensaciones de peligro que llegan desde los medios comunicación y que transmite el color de las pantallas. Así hubo que hacerlo para armarse de valor y apostar operativamente por la C de Barack cuando muy pocos creían posible un giro al alza del mercado. Si a priori la caída era algo a intentar capear, decrementando la exposición pero pensando en que aún es necesario otro gran movimiento alcista para que el mercado esté en condiciones de formar un gran techo, entonces esa es la idea sobre la que pienso que debemos seguir trabajando. Empieza a haber menos viejas en mi cabeza.