Opinión

El pesimismo de los economistas: ¿son fiables sus prónósticos?

Existe un evidente consenso económico entre los economistas profesionales sobre la gran profundidad de la recesión que padecemos y la dolorosa lentitud de la recuperación, del regreso al ciclo ascendente. España en especial, por las características de la crisis y sobre todo por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria, tardará una infinidad en recuperar el pulso a juicio de los especialistas.

Veamos unos ejemplos de última hora: el economista Santiago Niño Becerra, catedrático de la Universidad Ramón Llull, que ha publicado recientemente el libro El crash del 2010, ha declarado a Efe que a su juicio el Producto Interior Bruto (PIB) en España podría caer hasta un 20% entre 2009 y 2012, y a partir de ese último año se estancaría y no empezaría aún a remontar.

"La recuperación será suave a partir de 2015 y más fuerte en 2018", ha indicado Niño Becerra, quien también ha augurado que, en la fase de mayor caída económica, habrá una tasa de desempleo de hasta el 30% y una caída de los precios del 10% en términos acumulados, lo que supondría una "depresión deflacionaria clarísima".

Ya en el terreno internacional, el Premio Nobel de Economía 2001, el estadounidense Joseph Stiglitz, participante en un congreso sobre la globalización en Estoril, mantiene la tesis de que el planeta "todavía" vivirá una época de recesión "larga" y explicó que estamos en la transición de una situación de "caída libre" de las economías para otra de depresión "muy profunda".

Previsiones poco fiables

Conviene recordar, a la hora de poner en valor estos augurios, que durante quince años todos los economistas españoles, salvo alguna excepción aislada que no fue tenida en cuenta por la comunidad profesional, restó importancia al riesgo que suponía el recalentamiento del sector construcción. Todos ellos hablaron de que en un cierto momento el precio de los inmuebles experimentaría un "aterrizaje suave".

Igualmente, es conveniente tener en cuenta que hace poco más de un año, al principio de la primavera de 2008, esos mismos economistas, al igual que la totalidad de las instituciones económicas internacionales, preveían una "desaceleración" de la economía en el mundo desarrollado, que en modo alguno terminaría en recesión.

En otras palabras: la fiabilidad de estos pronósticos es muy escasa y no tiene sentido que nos deprimamos al escucharlas. Los mismos que erraron en el diagnóstico pueden perfectamente equivocarse al pronosticar el desenlace.

Indispensable optimismo

Es indudable que, en el caso español, la caída irrecuperable de la construcción nos creará problemas adicionales y retrasará el fin de la crisis. Habrá un cierto número de parados provenientes de ese sector ?algunos expertos los cifran en un millón- que deberán reconvertirse para volver a trabajar. Y unos seis puntos de PIB que estaban siendo aportados por la construcción (que llegó a representar más del 14% del PIB en nuestro país) deberán buscarse en otra parte, en nuevas actividades.

Pero nada de lo anterior justifica ese pesimismo y ese negativismo que parece buscar más la depresión de la ciudadanía que el camino de la recuperación.

El optimismo en economía es una materia indispensable para afrontar las crisis porque tira psicológicamente de la demanda y de la inversión. No es pues razonable -sino más bien indignante- que quienes ya demostraron su ineptitud traten ahora de desanimar al cuerpo social con negras previsiones que no tienen otro fundamento que su nada acreditada intuición.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky